Sociedad

VOLUNTARIADO

Patro Betoreb Torni, voluntaria en Cruz Blanca: "Nos tratamos como si fuéramos una familia y sales más satisfecha"

Con casi cuatro décadas de voluntaria, relata su experiencia en la Cruz Blanca

Patro Betoreb Torni, voluntaria en Cruz Blanca: "Nos tratamos como si fuéramos una familia y sales más satisfecha"
Patro Betoreb Torni, voluntaria en Cruz Blanca: "Nos tratamos como si fuéramos una familia y sales más satisfecha"
S.E.

¿Qué te llevó a ser voluntaria?

-Vivía con mis suegros y mi suegro tuvo alzhéimer. Murió y me quedé sin trabajo. Una conocida, Chana, me dijo de ir a los Hermanos de la Cruz Blanca. Me sentí tan a gusto con las personas que estaban que seguí. Entonces era muy diferente a ahora: no había secadoras, estábamos en una habitación muy apretujada donde doblábamos y tendíamos; unas cosían, otras planchábamos..., lo que se hace en los roperos. Nadie cobraba. Cuando vinieron los Hermanos, eran muy pobres y cuando se estropeaban las planchas, íbamos por las tiendas de parte de ellos y nos regalaban planchas. Siempre han tenido muy buena acogida. Ahora ha cambiado mucho. Sigo yendo a planchar, pero los principios de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca en Huesca no fueron nada buenos.

¿Por qué elegiste esta entidad?

-Porque una compañera me dijo que podía ir, que necesitaban gente en la Cruz Blanca. Casi todos los días de la semana íbamos varios grupos, ahora van solo dos días.

¿Qué te reporta esta labor?

-Siempre una satisfacción tremenda. Tuvimos nietos y nosotros cuidamos a una nieta. Pues incluso mi marido se quedaba solo con ella los lunes para que yo fuera a la Cruz Blanca. Vas allí y es una casa familiar, nos tratamos todas como si fuéramos familia. El año pasado nos hicieron un homenaje en el Día del Voluntariado, en noviembre. Fue un día muy especial para todas las de la plancha y nos dieron una gran sorpresa porque no sabíamos qué iba a pasar.

¿Por qué animarías a otras personas para ser voluntarias?

-Porque recibes más de lo que das, es como cuando vas a visitar enfermos, cosa que hago en la parroquia de San Lorenzo, donde también soy voluntaria desde hace muchos años. Vas y aunque no tengas ganas un día, luego sales con esa satisfacción por haber ayudado a la gente. Sales más satisfecho.