Sociedad

LA ENTREVISTA

Rosa María Aragüés: "Lo más solapado es que estas mujeres no eran culpables de nada"

La historiadora abrió las jornadas "Mujeres y Memoria(s)" ayer con la conferencia "La represión franquista, cárceles de mujeres"

Rosa María Aragüés: "Lo más solapado es que estas mujeres no eran culpables de nada"
Rosa María Aragüés: "Lo más solapado es que estas mujeres no eran culpables de nada"
R.G.

HUESCA.- Las cárceles de mujeres fueron lugares en los que la represión del régimen franquista manifestó su crueldad. "Cuatro letrinas en un patio -como sucedía en la cárcel de Predicadores en Zaragoza, con capacidad para 140 y que llegó a albergar a más de 600 mujeres-, dos lavaderos para coger el agua, sin camas, sin ropa, todo el día en el patio porque no había sitios para estar, durmiendo por la escalera, en los baños", explica Rosa María Aragüés, doctora en Historia Contemporánea, cuya línea de investigación son las cárceles de mujeres durante el franquismo, y en particular sobre lo sucedido en la cárcel de Predicadores el tiempo que permaneció abierta (1939-1955). Un tema con el que Aragüés abrió la primera de las conferencias dialogadas dentro de las jornadas Mujeres y Memoria(s), que se celebrará hasta el 28 de febrero en el Museo Pedagógico de Aragón, organizadas por el Grupo Huesca Historia.

Antiguas cárceles, como en el caso de Predicadores, o conventos reconvertidos en penales, en cualquiera de los casos, dirigidos por monjas, las cárceles de mujeres son otro símbolo más de la política del olvido "programado" y contra la memoria, según Aragüés, "sobre todo lo referente a la República y la Guerra Civil". En concreto, las cárceles de mujeres "se han olvidado completamente, en el imaginario popular prácticamente no existen", afirma.

Edificios cuyas demoliciones representan simbólicamente así mismo el olvido sobre las mujeres apresadas. "Lo que más ha quedado solapado es que estas mujeres no eran culpables de nada", remarca Aragüés. La acusación de rojas sirvió para justificar apresamientos en los que las mujeres no eran más que la moneda de cambio, "madres, esposas e hijas", por "los hombres que habían ido a buscar a sus casas y no habían encontrado. A la hora de acusarlas, se hacía de las cosas más estúpidas". Aragüés apunta que, por entonces, las mujeres que estaban involucradas en política "eran una minoría"; la mayoría eran mujeres "que tenían una vida normal y que se vieron envueltas en esto sin saber por dónde les venían los tiros".

Oficialmente, se cifra en casi 23.500, "pero con los estudios que se están haciendo ahora se piensa que eran bastantes más, aunque no hay una cifra exacta". Aragüés basa su investigación en los archivos existentes en el Museo Histórico de Zaragoza y en los expedientes de responsabilidades políticas que se instruyeron a las mujeres encarceladas. "La información que prueba que todo lo que estamos contando es cierto está", arguye.

Las cárceles de mujeres jugaron un papel fundamental en la política de reeducación del régimen. El franquismo, tal y como explica la historiadora, "se dio cuenta enseguida, o volvía a controlar a las mujeres o lo tendrían muy difícil. Ellas eran quienes educaban a los hijos, las que mantenían una familia unida. Había que reeducar a la que era posible o eliminar a la que no era posible reeducar".