Sociedad

PROYECTO SOCIAL

Alfonsina y Elsa ponen rostro a la prostitución: "No me avergüenzo, pero lo que quiero es vivir sin que me juzguen"

Aportan su historia a un proyecto de Médicos del Mundo que se ha presentado en Huesca

Alfonsina y Elsa ponen rostro a la prostitución: "No me avergüenzo, pero lo que quiero es vivir sin que me juzguen"
Alfonsina y Elsa ponen rostro a la prostitución: "No me avergüenzo, pero lo que quiero es vivir sin que me juzguen"
P.S.

HUESCA.- Alfonsina, Elsa y Cristina llegaron a España en busca de una vida mejor. Los trámites burocráticos para conseguir los papeles fueron arduos y largos, y para sobrevivir se vieron abocadas a ejercer la prostitución.

Sus historias de vida sirven hoy para clamar contra una mochila que la sociedad les coloca, y de la que hay que hablar para normalizar lo que les tocó vivir sin que se avergüencen de ello.

Ese recorrido íntimo que les marcó es el eje de la exposición Alfonsina, Elsa y Cristina. La historia que somos, en la que Lorena Cosba, Estefanía Abad y Pedro Anguila ponen sus cámaras, objetivos y tiempo al servicio de este proyecto fotográfico de Médicos del Mundo Aragón, en el que estas tres mujeres de diferentes nacionalidades exponen los motivos por los que se encontraron en situación de prostitución. Para ello, se ofrecieron a ser fotografiadas relatando a través de imágenes su día a día. La muestra estará hasta el 15 de marzo en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner, de Huesca.

"Lo que queremos es que la gente sepa que más allá de la prostitución tenemos una vida que compartes con tus hijos y tu familia", explicó Alfonsina a este periódico. También consideró que haberse tenido que dedicar a ello por necesidad "no es para que te señalen por la calle".

Alfonsina es de Guinea Ecuatorial y Elsa de Latinoamérica, ambas residen en Zaragoza, y vivieron situaciones parecidas. Elsa relató que ella tardó tres años en tener los papeles con los que poder optar a un "contrato "normal", y durante ese tiempo tuvo que ejercer la prostitución "para comer, pagar las facturas...". "La gente cree que cuando te dedicas a eso lo haces por gusto, pero nadie piensa los motivos que nos pueden llevar a ello", apuntó Alfonsina.

"Lo fácil es juzgar y lo hacen por todo, pero no se plantean qué es lo que te lleva a esa situación. Cuando tienes hijos y ves que no tienes para darles de comer, prefiero hacer eso que robar porque puedo acabar en la cárcel y, entonces, quién se ocupa de mis hijos, me los quitan... Eso es una mancha, pero es mejor tener la de prostituta y que mis hijos estén conmigo", explicó Alfonsina.

En cualquier caso, no es fácil. Ambas han vivido situaciones en las que, tras dejar la prostitución, las ha reconocido un cliente y lo han pasado mal, no por ellas, sino por sus hijos. "A mí me ocurrió -contó Elsa- que estaba tomando algo con mi hija en un bar y se acercó un tipo, y su comentario fue que las dos trabajábamos. Eso a mí me dolió porque se estaba refiriendo a mi hija. Los malos momentos prefiero pasarlos yo. Soy la responsable de mi hija, la he traído al mundo y tengo que darle un hogar, una educación...".

Elsa ejerció la prostitución en un club, mientras que Alfonsina estuvo en la calle. Un cliente la reconoció cuando estaba en otro trabajo y, sin negarle el saludo "porque eso no se le hace a nadie", le molestó su insistencia cuando allí nadie sabía nada.

"La prostitución forma parte de nuestro pasado, pero cosas como esas nos hacen sentir las peores mujeres del mundo", dijo Elsa.

Porque eso no es así, Alfonsina y Elsa, junto con la historia de Cristina que ella misma relata en audio con el que se completa la exposición, han querido "demostrar al mundo que hay vida más allá de la prostitución". Para ello compartieron un año de esa vida con quienes hoy ya son sus amigos. Alfonsina con Estefanía Abad, Elsa con Pedro Anguila y Cristina con Lorena Cosba. "Había que establecer una relación de confianza, y eso no es fácil porque estás mostrando una parte muy íntima de ti, y cuesta".

Costó por ambas partes y fue duro, pero no tanto. Estefanía Abad es a día de hoy amiga de Alfonsina. Fue a la comunión de su hijo y con su familia se vistieron de africanos. "Fueron sentimientos encontrados. Yo iba a su casa y mientras ella cocinaba hablábamos de nuestros hijos y de la vida en general. Yo iba haciendo fotos, pero sin hablar de la prostitución. Cuando salía de su casa lo hacía con energía por la felicidad que transmitía, pero al alejarme y ver la realidad que tenía con el mochilón que llevaba detrás: la vida que tiene, la que le espera..., era consciente de lo dura que era su vida".

Situaciones similares vivieron Cosba y Anguila, el positivismo y la alegría de unas mujeres con las que "todo era feliz", pero con la sensación de compartimentos estancos en "la que esa parte te queda reservada a un rincón para sobrevivir a eso, y el resto del tiempo hacen su vida. Y eso es lo que queríamos mostrar, que no tiene que haber diferencia entre ellas y nosotras", apuntó Lorena Cosba.

Pedro Anguila, por su parte, conoció la prostitución por este proyecto y le cambió "por completo el concepto que tenía de ella". "Han tenido una vidas muy duras y cuando te encuentras personas que lo han pasado muy muy mal y han sufrido, todo lo nuestro se minimiza".

CAMBIAR LA IMAGEN

Es importante hablar de las cosas para actuar sobre ellas, y esta exposición nació de un proyecto social y reivindicativo de Médicos del Mundo Aragón, con el objetivo "de cambiar esa imagen que tenemos de la mujer en prostitución, que está muy idealizada y estereotipada, y queríamos que viesen a una madre, a una hija, a una mujer que emigra con deseos de un futuro mejor y al llegar aquí, la realidad le depara otra cosa", indicó Erika Chueca, técnica del proyecto, que destacó de esta muestra que las imágenes se alejan por completo de ese estereotipo y son las frases la que te hacen plantearte su realidad. "Lo que no queríamos era crear esa dicotomía, ese choque de trenes, para que la gente sepa que detrás de cada mujer en prostitución hay seres humanos, mujeres, madres con deseos..., y se viese más allá de una falda o un sujetador".

Y precisamente, lo que enriquece el proyecto es el año en el que las protagonistas y las fotógrafas y el fotógrafo estuvieron haciéndose "amigos y diciendo ellas lo que querían que se retratase. Se han conocido, han generado amistad, y todo ha ido más allá de tirar unas fotos y mostrarlas en un momento puntual", comentó Chueca.

Esas vidas cruzadas, les ayudaron a crecer "y a saber lo que queremos hoy en día", algo distinto a lo que pasaron, pero de lo que "no me avergüenzo", aseguró Alfonsina. "Esto te marca, y hoy en día puedo ver las fotos y me emociono porque yo quiero vivir sin que me juzguen", indicó Elsa.