Sociedad

LA ENTREVISTA

Dadila Arqueta: "Defender en Honduras el medioambiente trae cárcel, exilio o muerte"

Defensora de los derechos humanos y ambientalista hondureña, trabaja en el sector de cuidados mientras se tramita su asilo

Dadila Arqueta: "Defender en Honduras el medioambiente trae cárcel, exilio o muerte"
Dadila Arqueta: "Defender en Honduras el medioambiente trae cárcel, exilio o muerte"
A. R. M.

HUESCA.- Cuidar entre tierras. ¿Quién sostiene la vida cuando las mujeres migran Desde estas premisas se abrió ayer el debate posterior a la proyección del documental -cuyo título reza homónimo a dichos enunciados-, que se proyectó en la Asociación de Vecinos Osce Biella en los actos previos al Día de la Mujer organizados por la Asamblea 8M Huesca.

Pero ¿quienes, por qué y qué pasa cuando las mujeres migran Pues que una cadena de cuidados se desajusta y reajusta a costa de la vida de esas mismas y otras. Ellas dejan una tierra al mismo tiempo que a hijas e hijos, familiares y comunidades. Otras mujeres asumirán el cuidado de esas realidades, mientras ellas, ya migradas, se ocuparán de sostener otras vidas ajenas.

En la vida de Dadila Arqueta, presente en el debate, confluyen varias realidades de las que muestra el documental. Ambientalista, defensora de los derechos humanos, de 31 años. Hondureña, con dos hijos todavía en su país de origen, a quienes ha dejado al cuidado de otra mujer, "mi hermana, que hace lo que yo como madre hacía".

Residente en Zaragoza desde hace un año y en proceso de asilo, tuvo que dejar su país al ser víctima de las presiones que empresas concesionarias de explotaciones mineras iniciaron contras las comunidades que se levantaron en defensa de la tierra. Su región, al norte del país, en el departamento de Colón, el sector de Guapinol, es "una zona productora de agua y agrícola. Cuando nuestros ríos comenzaron a dañarse, las comunidades nos unimos", explica. Cómo no luchar si "todo lo que tenemos está ahí, cómo no defender el río que abastece a más de 400 familias". Pero el levantamiento trajo, para quienes se pusieron al frente, como Arqueta, acoso, agresiones, amenazas que llegarían después de intentos de soborno, e intento de asesinato. "En Honduras, lo que uno tiene por ser defensor del medioambiente es la cárcel, el exilio o la muerte (...). Comuniqué mi situación a la Red Nacional de Defensoras de los Derechos Humanos y decidieron sacarme. No fue ni siquiera mi decisión, fue la única opción que tenía".

Durante este años, Dadila se ha ocupado en sostener otras vidas, "cuidando de personas mayores, con alzhéimer, en hospitales. También estoy en la limpieza, en el trabajo por horas, con el reloj, viéndolo, de un lado a otro, a dónde tengo que llegar, cuánto tiempo tengo para comer". Una realidad común a las mujeres migradas que, una vez ya en el Estado español, encuentran en el sector del servicio doméstico la única forma de sobrevivir y asegurar la supervivencia de los suyos en sus países de origen, hasta que se produzca el reagrupamiento.

Realidades configuradas e impuestas desde el neoliberalismo, que se soportan gracias a la reunión entre mujeres, donde "te acuerpan" -de formas diversas, para "la sanación, pues todas tenemos una mochila que traemos desde allá- y así hacer frente a una nueva forma de exclavitud, a la que nos sometemos por necesidad".