María José Ibarz: "En la pandemia del coronavirus, la ayuda ha hecho más falta que nunca"

¿Qué le llevó a ser voluntaria?

-Siempre he sido voluntaria en alguna entidad, antes en Cáritas y ahora en Cruz Roja. Empatizo mucho con las personas. Lo de Cruz Roja comenzó porque yo estaba en una época en la que no sabía qué hacer. Tenía una incapacidad pero también una edad en la que aún podía hacer cosas. Entonces vi pasar un transporte adaptado de Cruz Roja y fue hasta la sede. Allí hablé con Natalia y Gloria, y me acabaron de convencer.

¿Por qué motivo escogió esta entidad?

-Porque fue la primera que vi. Estuve un tiempo antes de esto en Cáritas pero era lo mío. Cuando fui a Cruz Roja, ya iba convencida. Hacía muchos años que quería irme con una ONG a otro país, pero mi hija no estaba de acuerdo. Me decía que lo que podía hacer fuera, en otro país, también lo podía hacer aquí. Y lo cierto es que con la pandemia he podido actuar aquí igual que en otro país.

¿Qué le reporta esta labor?

-Vivo muy tranquila. Soy católica y hacer esto me llena totalmente. No aspiro a nada más, sentirme útil y bien conmigo misma. Me gustan mucho los servicios preventivos. También llevábamos a ancianos a las residencias por unas horas, iba al fútbol en Huesca o a las fiestas de Binéfar o llevaba a niños a la Sierra de San Quílez. Pero con la pandemia he visto tanto dolor que se me han saltado lágrimas. He visto mucha soledad y tristeza de gente que dejaba su casa para luchar contra una enfermedad desconocida y, además, conocíamos a casi todos (los ancianos trasladados a residencias o centros). Esta ayuda ha hecho más falta que nunca y a nosotros, gracias a los presidentes de Cruz Roja Binéfar y Tamarite, no nos ha faltado protección.

¿Por qué animaría a otras personas a hacerse voluntarias?

-Hay una gran carencia de jóvenes y mediana edad en Cruz Roja. Ser útil reconforta mucho y que piensen que hoy ayudan ellos pero mañana pueden necesitar la ayuda ellos.