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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Un día de nieve en la vida de Pilar y Ernest en Barbenuta

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Pilar y Ernest, segunda por la derecha y primero a la izquierda, de excursion con esquis y raquetas cerca de su casa
Pilar y Ernest, segunda por la derecha y primero a la izquierda, de excursion con esquis y raquetas cerca de su casa
Bodegas Bal Minuta

A más de 1.300 metros de altura en Barbenuta, municipio de Biescas, se encuentran las viñas más altas de la Península Ibérica donde ha nacido el “Vino de las Nieves”, un proyecto familiar de Pilar García y Ernest Guasch que se ha ido ampliando y que conserva la forma de trabajar y las costumbres de los agricultores de la zona.

La nieve visita cada invierno Barbenuta, unos años con más intensidad y otros con menos, y aquí Pilar y Ernest con sus hijos Manel y Mia han desarrollado su proyecto de vida. “Un día de nieve en Barbenuta nosotros lo vivimos con la calma. Primero porque puede que limpien la carretera, pero puede ser que no. Cuanto más grande es la nevada más son las probabilidades de que no tengamos posibilidad de comunicación hasta pasadas unas cuantas horas, por eso digo que un día de nieve nos lo tomamos con calma”.

A las vides, la nieve y el hielo les van bien para las posibles plagas
A las vides, la nieve y el hielo les van bien para las posibles plagas
Bodegas Bal Minuta

Después de varios años en Barbenuta -llegaron en 2016- “hemos aprendido que cuando vienen nieves tenemos que estar más preparados que en otra zona porque puede que te quedes incomunicado unas horas o un día entero, y me refiero preparados en necesidades básicas como comida o algún medicamento, esto hay que tenerlo previsto para que al final puedas disfrutar de la nieve”.

Pilar explica que cuando llega una gran nevada “es como que el tiempo se para porque siempre vamos corriendo, y entonces vamos a disfrutar, a no agobiarnos. Si ese día no se puede ir al cole, pues no se va, y nosotros tenemos trabajo para hacer en casa con el tema papeles, pero todo esto depende de la nevada porque es verdad, que, aunque caigan 20 centímetros somos de rutina. Si los niños tienen cole cogemos el 4x4 salimos con más tiempo de casa y al cole, no nos frena la nieve”.

Pero si la nevada es importante la cosa ya cambia. “La cogemos con la perspectiva de disfrutarla, y disfrutarla significa desayunar con la calma y luego salir con Manel y Mia a preparar muñecos de nieve o a jugar a guerra de bolas, o a tirarnos por la nieve. Mis hijos están encantados cuando nieva. Y si ese día no estamos solos, hay abuelos o amigos, aprovechamos para dar un paseo con raquetas, y alguna vez Ernest y yo hasta hemos esquiado en Erata, es un privilegio estar cerca del monte Erata”.

En la temporada de invierno Pilar y Ernest tienen poco trabajo en los viñedos y más tarea en la bodega que tienen cerca de casa, en el mismo Barbenuta.

Ambos explican que no pueden depender mucho de internet “porque cuando hay tormenta de nieve es más fácil que se caiga. Ósea, por un lado, en una gran nevada tenemos el tema de la carretera que no la pueden limpiar enseguida porque no hay medios suficientes para llegar rápido a todos los sitios, y por otro lado está el tema de internet”. Y ponen un ejemplo. “Nosotros tenemos unas declaraciones que hacer cuando sacamos un vino, y estas declaraciones tienen un plazo de presentación, y eso también hay preverlo cuando va a caer una nevada porque si te pilla que es el último día que hay que presentarla y se cae internet es una gran faena, tenemos que pensar en estas cosas. Hay que tomárselo con calma, pero hay que ser previsores”.

En las viñas ahora no tienen trabajo. “Las vides están en reposo vegetativo, están dormidas, no les circula sabia, a ellas no les afecta el frío, al revés, es muy bueno, porque el que hiele, haya bajas temperaturas, nieve, sirve para matar las posibles plagas que hayan aparecido en verano u hongos”.

Pilar y Ernest tienen claro que les merece “mucho la pena vivir en un pueblo, nosotros vivimos muy bien, pero esto también va con la persona. Hay gente que se agobia mucho en un sitio así. La nieve te tiene que gustar y no le tienes que tener miedo para vivir en un pueblo. A nosotros no nos da miedo ni nos angustia, al revés, nos gusta, estamos aquí tan ricamente. Vemos más inconveniente, pero a lo mejor no, vivir aquí cuando nuestros hijos tengan 15, 16 o 17 años y su vida de estudios, amigos… este en Sabiñánigo, ahora son pequeños, ya veremos qué pasa”.