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Guerra, política, sequía... claves de la crisis agraria

El sector estalla con tractoradas tras más de dos años sumido en graves problemas

Agricultores durante una protesta esta semana en la capital oscense.
Agricultores durante una protesta esta semana en la capital oscense.
Laura Ayerbe

Espontáneas, pacíficas y haciéndose notar en carreteras y ciudades, las protestas del sector agrario en el Alto Aragón cumplen una semana desde su estallido al este de la provincia. La mecha se encendió en Francia y a lo largo de estos días, los agricultores altoaragoneses han abrazado sus mismas proclamas, manifestando su oposición a la PAC, la excesiva burocracia, la pérdida del subsidio del gasoil, la competencia desleal y en defensa del futuro de los jóvenes. Con todo, el sector en la provincia lleva tiempo denunciando las “malas perspectivas de futuro”.

La situación se endureció durante la pandemia de covid-19. “Los agricultores estaban en el campo mientras todo el mundo se quedaba en casa confinado. Entonces muchas empresas acabaron cerrando”, recuerda Óscar Moret, responsable entonces de fruta dentro de Uaga en el Bajo Cinca.

Después explotó la guerra de Ucrania. “El cereal llegó a ponerse a 360 euros tonelada y los insumos a 1.000 la tonelada. Se autorizó la entrada de transgénicos a España y el cereal bajó a 200, pero los fertilizantes no han caído, la urea sigue costando alrededor de 500”, sostiene Moret.

La subida de costes de producción, dos años de heladas y la crisis climática han acabado por colocar al sector entre la espada y la pared. “Se viene fraguando desde hace tiempo y estalla ahora con gran desafección a las políticas europeas y españolas. La realidad es que perdemos agricultores todos los días y la escasez de dinero se está convirtiendo en falta de futuro”, lamenta el secretario provincial de Uaga.

Reivindicaciones

“Europa nos mata” se ha podido ver en los mensajes de estos días. El Pacto Verde Europeo, aprobado en 2019 por la gran mayoría de la Eurocámara, no convence a los agricultores. Las ayudas de la PAC 2023-2027 exigen un control exhaustivo de las explotaciones, generando excesiva burocracia y normativas. “Muchas de ellas nuevas, que no entendemos, por tanto no sabemos cómo aplicarlas. Además, sin rentabilidad en la producción, es imposible mantener estas obligaciones” , incide Moret, que ve tras las protestas una marcada intención política de cara a las elecciones europeas en junio.

“El campo no lo vendemos, lo defendemos”. Los franceses lo han puesto en la picota. Denuncian competencia desleal de terceros países que producen con fertilizantes prohibidos en Europa y venden a un precio menor en el mercado europeo. Además, hay que añadir el posible acuerdo con Mercosur, que ha incendiado las protestas.

También influye el coste de producción dentro de Europa, engrosando la competitividad entre países que, en opinión de Óscar Moret, “está siendo incentivado por los nacionalismos extremos, que levantan alambres de espino entre los productos, algo que a España no le interesa”, sostiene.

“El campo se muere”. Los síntomas del cambio climático afectan directamente al campo, con cupos en las dos últimas temporadas e intempestivas heladas y escasez de agua. En la provincia de Huesca muchas hectáreas son de agricultura familiar y las comarcas llevan dos años sin producir a niveles de 2019, tanto en regadío como en secano. Solo en viñas, en 2023 se han vendido un 10 % menos de botellas.

¿Hacia dónde se dirige el sector en el Alto Aragón? “La provincia tiene todos los cultivos, desde cerezas en Torrente a agricultura de montaña en Sallent de Gállego. Es una de las zonas con más regadío tecnificado de España. Es una región puntera en ganadería. Si queremos mantener el territorio, hay que apostar por los lugares donde la agricultura más lo necesita. Si alguien puede salir adelante en este contexto de cambio climático, por competitividad, somos nosotros. Debemos tener las ideas claras y sindicatos y agricultores deben ir de la mano”, apunta Moret.