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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

"Estar con las vacas me da libertad, aunque suene contradictorio porque comen todos los días"

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Julia Trillo, de 26 años, lucha por el sector primario desde Torres del Obispo.
Julia Trillo, de 26 años, lucha por el sector primario desde Torres del Obispo.
S. E.

Cuando Julia Trillo la vieron por primera vez con sus vacas en la montaña le preguntaron si había ido sola. “¿Pues no ves que no hay nadie más?”, se dijo a sí misma por no parecer insolente. Todavía sorprende una mujer ganadera, pero Julia está aquí para cambiar la historia. No es la primera, su abuela también cuidaba de los animales, solo que entonces ese trabajo era invisible. Por eso cuenta su historia, porque es consciente de que puede hacer una gran labor para visibilizar a la mujer en el medio rural y al sector primario en su conjunto.

“¡Aquí quiero vivir! Con la vista al horizonte y en mi tierra la raíz”. Esta frase, de una canción de La Ronda de Boltaña, ha hecho suya. Quiere quedarse en Torres del Obispo (núcleo de Graus), donde están sus raíces, pero con la vista hasta donde le alcance. “Para luchar por unos objetivos y un futuro, pero desde aquí”, insiste.

Su voz se escucha mucho más allá de la Ribagorza. “Quiero alzar la voz de la mujer rural porque creo que es importante que estemos en muchos foros, dentro de los organismos”, comenta. Forma parte de la junta de Asaja, donde solo hay tres mujeres, y esta misma semana participó en una mesa redonda en la celebración del 40 aniversario de Afammer en Barbastro. “Pero todavía somos muy pocas mujeres, dos hemos entrado este año, y soy la más joven con diferencia. Además, falta relevo generacional”, indica. “Nosotras sí que estamos en el sector, pero si no vamos a ningún sitio a contarlo...”, recalca. De hecho, hasta que no se ha incorporado, no conocía a ninguna ganadera como ella, no tenía referentes.

Antes, Julia Trillo había tomado otro camino. Como buena adolescente y rebelde, bromea, decidió estudiar algo que no tiene nada que ver: Educación Social, en la Universidad, en Lérida. Incluso comenzó a trabajar en este ámbito en el que siempre ha participado como monitora en actividades para niños, en animación sociocultural...

Precisamente por esta vocación, “me gusta mucho vivir en Torres. Lo que más valoro son las redes vecinales y sociales. Cuando uno tiene un problema lo sabe todo el pueblo para ayudarte, pero también para comentarlo; pero compensa”, remarca. Aunque sigue haciendo planes con sus amigos de la universidad, ahora -por el jueves por la tarde, que acababa de cargar terneros para exportar a Egipto- me voy a ir a tomar algo al centro social, donde habrá personas mayores jugando a las cartas, pero nos juntaremos un grupo de entre 20 y 40 años y estaremos allí hablando”, indica.

Algo tienen sus vacas que sintió su llamada y decidió seguir los pasos de su padre. “A raíz de la covid, cuando me vi directamente trabajando en casa, cuando empiezas a trabajar por lo tuyo, eres dueño de lo tuyo y trabajas con objetivos a largo plazo... vi la oportunidad de empezar a tener mis explotaciones”, cuenta.

Julia se ha incorporado con una explotación de 50 vacas nodrizas, que sube en verano a las montañas de Formigal y Tramacastilla, en el Alto Gállego; y a Aneto (núcleo de Montanuy), también en la Ribagorza, donde tanto llama la atención. Además, construyó una granja de terneros de cebo y se alquiló otras dos que se quedaron en desuso. Con todo, “si no vienes de una familia ganadera, es prácticamente imposible incorporarse porque la tierra vale dinero y la maquinaria un dineral”, indica.

“Me incorporé sin ninguna subvención porque mis estudios son incompatibles con esta actividad. En mi caso lo puedo entender, pero no en el de mi hermana que estudió Administración de Empresas. Al final todas las explotaciones las tiene que gestionar alguien”, comenta. Su hermana Gloria, de 23 años, también se ha incorporado al sector, aunque se dedica más a las labores administrativas, igual que su madre Ana. “También quiero poner en valor esta labor, porque no todo es ponerse las botas y coger el tractor”, comenta.

Julia se lo pensó mucho antes de incorporarse. “Creo que las mujeres cuando nos fijamos un objetivo a largo plazo tenemos que plantearnos si vas a ser madre o no porque va a ser un condicionante en tu vida”, comenta. Y, con todo, tomó la decisión. “Estar con las vacas me da la libertad, aunque suene contradictorio porque comen todos los días. Me permite organizarme mi vida mucho mejor y estar en el pueblo, donde quiero estar”, concluye.