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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Los ganaderos del valle de Broto se adaptan a los nuevos tiempos

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Varias vacas cruzan el río Ara, a su paso por el puente de San Nicolás de Bujaruelo.
Varias vacas cruzan el río Ara, a su paso por el puente de San Nicolás de Bujaruelo.
@delinasbelen

Hace poco más de cincuenta años había animales en prácticamente todas las casas del valle de Broto. Desde Torla hasta Bergua, pasando por Buesa, Sarvisé o Asín de Broto, quien más, quien menos, tenía ovejas, cabras, con suerte alguna vaca y, por supuesto, gallinas y conejos.

La ganadería era el principal sustento de las familias de la montaña y con lo que tenían iban tirando todo el año. Hoy, algunas de esas casas han cerrado para siempre, otras solo abren por vacaciones y la mayoría de las que continúan abiertas lo hacen gracias a su apuesta por otras actividades económicas relacionadas con la hostelería, el turismo y los servicios.

Actualmente, en el valle de Broto tan solo hay una o dos casas, a lo sumo tres, con ovejas y vacas en cada pueblo, señala Diego Sampietro, presidente de la Asociación de Ganaderos del Valle de Broto.

El ibón de Bernatura es parada obligatoria para los animales que suben cada verano a la vecina Francia.
El ibón de Bernatura es parada obligatoria para los animales que suben cada verano a la vecina Francia.
S.E.

No obstante, añade, en las familias que hay animales suele haber muchas más cabezas de ganado que antes. Aún así, calcula que habrá “un diez por ciento menos de ovejas” que las que había antiguamente en el valle. “He oído que en Torla llegó a haber más de 10.000 ovejas y ahora apenas hay 700 y porque se han incorporado hace dos años, porque quedaban 200”, comenta.

No ha ocurrido lo mismo con la ganadería bovina. Tradicionalmente esta región del Sobrarbe no se ha caracterizado por tener grandes explotaciones de vacas y probablemente ahora haya más de las que hubo en el pasado. De todas maneras, no pasa un buen momento el sector, advierte el ganadero de Broto.

“Hubo un repunte de vacas en 2010 hasta 2015 aproximadamente y ahora, en estos últimos cinco años, ha bajado un diez por ciento”, lamenta, En cambio, con el ovino ha ocurrido al revés, “tocó fondo en 2010 y desde entonces ha ido subiendo”.

“Por rentabilidad, ahora mismo puede que la oveja sea mejor -apunta Sampietro-, pero es un trabajo mucho más esclavo, mientras que con las vacas tienes algo más de libertad”.

Lo que comparten ganaderos de ovino, bovino y caprino son las problemáticas de un sector que “sufre una excesiva burocracia, una PAC injusta y unas ayudas que no se ajustan a la realidad de la montaña”, denuncia el ganadero de Broto, quien critica también las trabas para realizar quemas controladas para la mejora de pastos de montaña, la mala gestión de la fauna salvaje y los precios bajo costes.

Con todo, la ganadería de montaña ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y ha experimentado una notable evolución a lo largo de los años. Entre otros, la incorporación real de la mujer.

En el valle de Broto, hay dos mujeres que predican con el mejor ejemplo:Lorena Palacio está al frente de 500 ovejas en Víu de Linás e Irene Latre tiene una pequeña explotación de cabras en Broto, con las que también hacen queso y talleres.

Durante siglos, la ganadería ha sido una forma de vida para las comunidades rurales del Pirineo. Los pastos de montaña proporcionaban alimento para el ganado y permitían a los vecinos aprovechar los recursos naturales de la zona.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la ganadería ha tenido que adaptarse a los cambios socioeconómicos y ambientales. La modernización de las infraestructuras, como la construcción de carreteras y la mejora de los sistemas de transporte, ha facilitado el acceso a las zonas de montaña, lo que ha permitido el desarrollo de nuevas actividades económicas que hoy conviven con la ganadería.

Más dificultades para subir los animales a Francia

La subida de las vacas y las ovejas a los puertos de montaña ha comenzado y continuará produciéndose hasta bien entrado el verano. En el valle de Broto, muchos de los ganaderos llevan sus animales al otro lado de la frontera, gracias al Tratado de Bayona que firmaron España y Francia en 1862.

Pero, desde hace unos años, la entrada al país vecino se está complicando, entre otros motivos, por las medidas administrativas para prevenir posibles contagios. Es el caso de la fiebre catarral ovina (conocida como lengua azul), cuya vacuna ha dejado de ser financiada por el Gobierno de Aragón y ha pasado a engrosar la lista de gastos de los ganaderos del valle de Broto.

Aparte de esta problemática, Diego Sampietro señala otra que tiene que ver con la rinotraqueítis infecciosa bovina (IBR), y es que, les obligan a hacer la prueba del IBR “15 días antes de la subida de las vacas al puerto”, lo que dificulta mucho su trabajo, porque en ese momento tienen los animales en distintos montes. Como alternativa, proponen hacer la prueba ahora, cuando todavía están los animales recogidos en las cuadras, pero de momento está siendo una lucha infructuosa, lamenta.