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JACETANIA - OJO AVIZOR

Cómo la Asociación Cultural Bosnerau descubre una iglesia prerrománica en la Garcipollera

El hallazgo es el primer paso de un proyecto más ambicioso para el estudio del poblamiento rural altoaragonés durante la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media

Cómo la Asociación Cultural Bosnerau descubre una iglesia prerrománica en la Garcipollera
Cómo la Asociación Cultural Bosnerau descubre una iglesia prerrománica en la Garcipollera
A. C. B.

La Comarca de la Jacetania presume de albergar el origen del reino de Aragón, una tierra repleta de historia que abarca desde grandes hitos como la Catedral de Jaca o el Monasterio de San Juan de la Peña hasta un sinfín de iglesias y pequeñas ermitas. Una parte de este ingente patrimonio permanece oculta y contiene información valiosa acerca del pasado de nuestro territorio.

Así lo atestigua la Asociación Cultural Bosnerau, que acaba de certificar la existencia de una iglesia prerrománica, al sacar a la luz un asentamiento fortificado de época altomedieval desconocido hasta el momento durante los trabajos realizados en el valle de la Garcipollera por espacio de dos semanas, entre el 26 de agosto y el 8 de septiembre. Los trabajos han contado con la participación y colaboración del Ayuntamiento de Jaca y el Museo de Huesca, bajo la dirección y coordinación científica de Julián Ramos Bonilla. El resto del equipo técnico está formado por Fernando Varas Cruzado, Daniel Luño Tola, Jesús Collazos García, Celia Corbatón Martínez y Jorge Sánchez Solano.

Todos ellos componen la Asociación Cultural Bosnerau, que engloba a un grupo de historiadores y arqueólogos que se conocieron en la Universidad de Zaragoza y proceden de diferentes lugares, como Aragón, Valencia o Bilbao, pero les une su interés común por la investigación y la divulgación del patrimonio cultural aragonés.

"Esto surge hace un año y medio, cuando nos planteamos hacer un proyecto propio de investigación a largo plazo", dijo el único jaqués, Julián Ramos, que se ocupó de liderar las excavaciones dentro de un enclave de difícil acceso, que se ubica en lo alto de un cerro en el valle de la Garcipollera, entre los despoblados de Cenarbe y Bescós.

Uno de los detonantes de la excavación fue el libro "Torres y castillos del Alto Aragón" (2004) de Adolfo Castán, que llegó a documentar una torre que "no lo es", según los recientes hallazgos que obtuvo la Asociación Cultural Bosnerau, que sospechaba que los materiales reflejados por la obra "no se correspondían con la cerámica medieval de la zona".

UN PROYECTO MUY AMBICIOSO QUE PRECISA FINANCIACIÓN

"La intervención supone el primer paso de un proyecto mucho más ambicioso, que tiene como objetivo principal realizar un estudio sobre el poblamiento rural altoaragonés durante la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media", explicó Julián Ramos, satisfecho con los primeros frutos de la iniciativa.

Hay que destacar que la época objeto de estudio "es un periodo bastante extenso en el tiempo, entre el siglo III y XI, caracterizado por numerosas transformaciones, en el que las fuentes escritas, en el caso de existir, son realmente escasas, sobre todo al respecto de esta cuestión, y además, aportan información incompleta e imprecisa". De este modo, la arqueología es la mejor herramienta "para lograr un conocimiento profundo y preciso de esta etapa de nuestra historia".

Los componentes de la Asociación Cultural Bosnerau derrochan ilusión y ganas de continuar con este proyecto, pero el director de los trabajos reconoce que los nuevos avances "dependerán de la financiación". En este sentido, quiso agradecer el soporte del Ayuntamiento de Jaca y el Museo de Huesca, al tiempo que se mostró optimista en reunir nuevos apoyos económicos, una vez conocidos los primeros éxitos.

Dentro de una hipotética segunda campaña de excavaciones, el planteamiento de los jóvenes pasa por cumplir dos objetivos fundamentales. Por un lado, quieren "terminar de excavar la iglesia, que está a medias", y en segundo lugar, "datar la época de las zonas de habitación y trabajo" encontradas en el valle de la Garcipollera.

Uno de los aspectos que motiva a los investigadores es que "no se conoce nada -del periodo objeto de estudio- en el Pirineo central". Aparte, Julián Ramos se propone combatir "las reticencias de la arqueología" con los proyectos en la montaña, "cuando se ha demostrado que se puede hacer". En el caso de continuar, el periodo elegido sería el verano de 2020 por la meteorología y los compromisos laborales de los participantes.

CONCLUSIONES INICIALES

Desde la Asociación Cultural Bosnerau, explican que la iglesia prerrománica descubierta tiene una estructura de nave única y cabecera plana. Mide aproximadamente 9 metros de largo por 4 metros de ancho y estaba prácticamente cubierta por la vegetación antes de llevar a cabo la intervención, en la que colaboró José Manuel Clúa, de la Asociación para la Recuperación de los Castillos en Aragón (Arca).

Tras efectuar las tareas de desbroce, los arqueólogos pudieron comprobar que los muros, que apenas superan los 90 centímetros de altura en la actualidad, no tenían más de 60 centímetros de grosor y que fueron realizados con bloques de piedra bien escuadrada unidos con mortero. Además, en su interior, se conservan un altar adosado al muro en la parte oriental de la estructura, un banco corrido que recorre las paredes de la iglesia y 4 escalones de acceso al interior del edificio.

Sobre el resto del asentamiento, la campaña confirma que estuvo rodeado por una pequeña cerca realizada con la técnica de la piedra seca, que pudo reutilizarse para realizar parcelaciones del terreno con fines agrícolas, cuando el lugar quedó despoblado. Para constatar el poblamiento permanente, los arqueólogos han abierto un sondeo de 10 metros cuadrados en una zona próxima a dicha cerca, revelando un muro de doble hilada que podría delimitar un espacio de habitación o de trabajo. En cuanto a los materiales recuperados, destacan los huesos de animales, las escorias de fundición y los fragmentos de cerámica. Estos últimos son muy variados desde el punto de vista tipológico, lo que permite suponer una ocupación prolongada en el tiempo.

Durante estos próximos meses, se realizará el estudio de los hallazgos para intentar dar respuesta a las preguntas planteadas a lo largo de la campaña. A pesar de todo, cabe destacar que el estado de conservación de los restos es bueno, lo que constituye un aliciente para continuar con las excavaciones.

EXPECTACIÓN

El hallazgo avivó el interés de arqueólogos, historiadores y aficionados al patrimonio, entre los que surgen voces que se preguntan si el célebre Monasterio de San Clemente de la Garcipollera (nombrado por Madoz, Gudiol y otros estudiosos del Medievo) coincide con dichas excavaciones. Hoy se desconoce su ubicación, aunque, según Madoz, estaría cerca de Bescós. Desde la Asociación Bosnerau, manifestaron que "la cuestión de San Clemente -templo dependiente de San Juan de la Peña- es muy interesante, porque evidenciaría un poblamiento más antiguo". No obstante, creen "ubicarlo en otra zona" y barajan diversas hipótesis, pero ahora no disponen de datos suficientes para confirmar ninguna. Los trabajos fueron seguidos por el historiador Domingo Buesa, que se mostró convencido de que "si hay una iglesia, tienen que salir tumbas", un elemento "clave" para avalar el descubrimiento. Por el momento, no han aparecido, pero los jóvenes explican que "queda mucho por excavar" y piensan que "saldrán tarde o temprano".