Jacetania

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Las navatas de Hecho, “una palanca” para luchar contra la despoblación

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Descenso de navatas de este año.
Descenso de navatas de este año.
Aitor Borruel

La Jacetania, junto al Bajo Aragón y la Sierra de Albarracín, son las tres primeras comarcas aragonesas que van a tener la oportunidad de desarrollar experiencias turísticas centradas en tradiciones que se encuentran en peligro de desaparecer: las navatas, el toque del tambor y del bombo, y la trashumancia, respectivamente. Esta iniciativa, que pretende impulsar el crecimiento de la economía local, generar empleo y frenar la despoblación, fue promovida por la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias (FAMCP), en el marco de la Red Retturn.

La Red de Experiencias Turísticas basadas en la Tradición Rural -Retturn- forma parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia aprobado por el Gobierno para canalizar los fondos Next Generation, destinados por Europa a reparar la crisis de la covid-19. El proyecto Retturn tiene un plazo de ejecución de 18 meses y un presupuesto de 1,2 millones de euros.

El secretario general de la FAMCP, Martín Nicolás, se reunía este jueves con representantes de los tres territorios -entre ellos, la presidenta de la Comarca de la Jacetania, Olvido Moratinos-, para informar de la puesta en marcha del proyecto, que “busca dar respuesta a una gran problemática, como es la pérdida de patrimonio inmaterial generada por la despoblación de las zonas rurales”.

Las navatas de Hecho, “una palanca” para luchar contra la despoblación.
Las navatas de Hecho, “una palanca” para luchar contra la despoblación.
Aitor Borruel

La reunión fue “una primera toma de contacto” y le seguirán otras en las que se sumarán agentes económicos y sociales. En el análisis de las propuestas van a participar entidades públicas, colectivos, asociaciones y agentes locales.

Así, serán los habitantes de las comarcas afectadas quienes confeccionen su experiencia turística, “adaptada a la realidad territorial” y centrada en las tradiciones en peligro, con el fin de que “la potenciación de su atractivo turístico actúe de palanca en el crecimiento de la economía, contribuyendo a frenar la despoblación”.

Desde el siglo XVI

El valle de Hecho es uno de los enclaves del Pirineo donde el transporte fluvial de la madera fue clave en su economía a partir del siglo XVI. La madera se extraía de los bosques chesos, siendo transportada por el río Aragón Subordán a Zaragoza, Tortosa (Tarragona) u otras tierras altas de la ribera.

Los enormes troncos se ataban unos a otros, entrelazando los maderos con ramas de sarga trenzada, creando grandes barcas, denominadas navatas, que podían tener diversas secciones. Estas barcazas eran tripuladas con grandes remos por chesos que se jugaban la vida, luchando con las bravas y gélidas aguas del Aragón Subordán, las piedras, los saltos y otras dificultades.

El desarrollo de las comunicaciones y los embalses mermaron la actividad. A mediados del siglo XX, se dio por desaparecida, pero el sentido que esta práctica tiene para los habitantes del Pirineo motivó que se fuera recuperando en los años 80, ya no como una actividad económica, sino como una manera de honrar la memoria de los valientes que recorrían los ríos a lomos de troncos.

La Asociación de Navateros de la Val d’Echo surgió con la idea de recuperar aquel espíritu y en 2008 organizó el primer descenso, que cada año abarca 3 kilómetros, de la glera del Molino al Puente Viejo. Ahora, son unos 50 socios, contando los navateros y sus mujeres e hijos. Los más veteranos tienen 85-90 años y los más jóvenes apenas superan la mayoría de edad, que es cuando se autoriza a participar.

Preparativos de las navatas de este año.
Preparativos de las navatas de este año.
S.E.

El descenso suma 14 ediciones y cada año lo hacen una veintena de navateros. Muchos siguen la tradición familiar, como el presidente de la asociación, Eloy Marín, de 59 años, que recoge el testigo de su padre y su abuelo. Ambos vivieron una época en la que “la mayoría trabajaba la madera”, lo que empezó a cambiar con la apertura la serrería, que “ya estaba antes de la guerra”.

El descenso organizado en mayo es una fiesta para Hecho y “al declararse Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, vino más gente que en los últimos años”, explicó, orgulloso de recuperar esta tradición, aunque consciente de la dificultad de aumentar las actividades “porque haría falta más gente, ya que es mucho trabajo”. La creación de las navatas empieza en febrero. “No es complicado, pero lleva faena. Depende de las ganas de trabajar”. A su juicio, el futuro está asegurado, porque “se han apuntado bastante jóvenes”. “Espero que cuando los mayores lo dejemos, ellos sigan”, concluyó.

Este año se estrenaron tres, Jorge Ustáriz, Ignacio Pérez y Paula Climente, lo que, unido al bautizo de Marcos Coarasa en 2022, invita a creer que hay relevo. Ignacio Pérez sabe lo que es “ver las navatas desde bien crío”. “Como mi padre y mi tío eran navateros, la gente me incitaba”, explicó el joven, que, en cuanto fue posible por edad, decidió dar el paso, “porque es algo que se lleva muy adentro y se disfruta muchísimo”.

Un acto al que acudieron los navateros de Sobrarbe, Galliguera y Hecho en la Pobla de Segurn en 2012 .
Un acto al que acudieron los navateros de Sobrarbe, Galliguera y Hecho en la Pobla de Segurn en 2012 .
S.E.

Y eso que el río no puso de su parte, ya que “había poco caudal y en algún tramo hubo que bajarse a empujar”, lo que obligó a los navateros a redoblar el esfuerzo” que conlleva la actividad, “de la que la gente solo ve el descenso, pero es muy sacrificado y hay que echarle tiempo”. “Si te gusta, te queda buen recuerdo”, aseguró, esperando repetir en 2024 y que esa añada “sea más y mejor”.

Los chesos crean las navatas enlazando troncos con lo que llaman verdugos, ramas de sarga trenzada que se elaboran manualmente. Las navatas se manejan con troncos de grandes dimensiones que sirven de timón. Según el tamaño de la embarcación, hay uno o dos timones en el extremo trasero, aunque también pueden llevarlos en el delantero, en función de las maniobras a realizar. Quienes deseen verles en acción tienen una cita en mayo.