La Hoya

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"Siempre llevaré conmigo Venezuela, pero España se ha ganado mi corazón"

Isabella Anzelmo, su marido y sus dos hijas viven en Tramaced desde el año pasado

Isabella Anzelmo en el salón de su casa en Tramaced.
Isabella Anzelmo en el salón de su casa en Tramaced.
Laura Ayerbe

La bondad de la gente, la tranquilidad del entorno, la excelente acogida del municipio... Tramaced tiene todo lo que siempre había deseado Isabella Anzelmo para vivir. Ella, su marido y sus dos hijas residen en la localidad oscense desde febrero de 2023, en uno de los pisos de alquiler que ha impulsado el Ayuntamiento.

Primero llegó su esposo y un año después lo hizo Isabella con sus dos pequeñas, Antonella y Mariangela, que han llenado de alegría las calles del pueblo porque son las únicas niñas que viven allí todo el año. “Los fines de semana vienen más niños y en verano todavía hay más, pero el resto del tiempo están ellas solas aquí y son muy felices”, afirma la madre.

La situación política y económica de Venezuela, país del que proceden, les llevó a tomar la decisión de dejarlo. Primero lo hizo su marido, Miguel Andrés Rodríguez que, paradojas del destino, encontró trabajo en una granja de cerdos de Tramaced, en el mismo sector al que se dedicaba en su país.

Al año, cuando el empleo de Miguel Andrés Rodríguez se convirtió en estable y la vivienda no era un problema, se unió el resto de la familia. “Fue una decisión muy acertada, Tramaced era el lugar a dónde teníamos que llegar”, asegura Isabella.

La acogida ha sido “excelente” y estamos “muy a gusto”, continúa, “un día llegas a casa con una docena de huevos y otro con una bandeja de cordero, la gente es muy amorosa, buena y servicial”.

Destaca, además, la “unión” de los vecinos y la energía de los mayores que, a pesar de su edad, “tienen una gran vitalidad”, algo que Isabella achaca a la buena alimentación, “porque aquí todos tienen huerto y comen sano”.

En Tramaced ha encontrado un hogar para su familia y también trabajo. Ayuda en la casa de unos vecinos que son mayores, mientras sus hijas, de once y ocho años, van al colegio en Grañén, a donde les lleva el transporte escolar. “Luego, regresan y tienen todo el pueblo para jugar”.

A pesar de que es una localidad pequeña, la actividad social no cesa y organizan casi cada semana alguna actividad. “Este fin de semana hemos tenido un taller de risoterapia en la ludoteca, algunos sábados tomamos tarta y todos los domingos nos juntamos para hacer vermú”.

Es una vida tranquila y feliz la que se respira en Tramaced, el pueblo que ha conquistado el corazón de esta familia venezolana cada vez más españolizada. “Venezuela es el país que me vio nacer y siempre lo llevaré conmigo, pero España es el lugar que nos abrió las puertas y se ha ganado mi corazón”, concluye Isabella.