Monegros

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Degustando a sorbos desde hace diez años el desierto de Los Monegros

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Fernando Mir coge entre sus manos un puñado de la árida tierra próxima a la sierra de Lanaja, de donde salen sus vinos concentrados, marcados por la falta de agua.
Fernando Mir, acariciando con cariño la tierra donde crecen sus cepas.
El Vino del Desierto

El secreto de todo éxito es la evolución y la adaptación a los tiempos, renovarse para seguir siendo un referente en el sector, para seguir siendo la empresa, la marca que todos quieren. De eso bien sabe nuestra bodega de Los Monegros, la Bodega El Vino del Desierto, la que con diez años se ha posicionado en la mente de todos.

Fernando Mir ha sabido adaptarse y llevar su marca a un nivel renovado por completo. Pero, más allá de eso, poco a poco va estructurando una marca fuerte y moderna que todos reconocen y que ha sido capaz, con mucho esfuerzo, de que su sueño se hiciera realidad, empujado a arraigarse a sus orígenes, en Lanaja. Hace diez años, decidió apostar por el medio rural y recuperar un cultivo tan afamado como lo fue en antaño, convirtiéndose así en su medio de vida.

Tras años muy intensos, en 2012 se inaugura definitivamente la Bodega El Vino del Desierto, con 6 hectáreas de viñedo y con el objetivo de elaborar en torno a 15.000 botellas de vino llenas de un paisaje, de un territorio único, el desierto de Los Monegros y en 2022, en su décimo aniversario, Fernando hace un balance muy positivo: “empecé de cero, comprando tierras, construyendo la bodega y poniendo todo en marcha, resultó un sacrificio muy grande, si bien, después de diez años, se ve que se ha consolidado mi proyecto como la bodega de Los Monegros, como la bodega del Vino del Desierto”, explica su artífice. Y subraya entre sus objetivos: “primero que ubiquen la bodega en el desierto monegrino, como zona extrema y luego que conozcan unos vinos de calidad, artesanales, elaborados con mucho cariño, cuidando mucho la calidad del producto y siempre creciendo con paso firme”.

“Empecé de cero, comprando tierras, construyendo la bodega y poniendo todo en marcha"

Un paso muy firme y seguro que daba comienzo con 2,5 hectáreas. “Ahora son 7 hectáreas y una producción de cinco mil botellas, con tres variedades de vino, Sed, Duna y el nuevo Árida”, comenta Fernando, considerando que durante esta década, “se ha consolidado la imagen de bodega de calidad, ubicada en una zona extrema que es lo que da personalidad al vino y a la bodega”, y subrayando que, “desde el primer momento la filosofía se ha basado en que nuestros clientes, tiendas especializadas y restaurantes, conozcan el proyecto de primera mano, para que trasmitan el concepto y el origen de nuestros vinos, el esfuerzo artesanal de la elaboración”.

Para el bodeguero es esencial la calidad y la artesanía en todo momento. “No solamente en la bodega, también en el cuidado de las viñas, respetando siempre la naturaleza que nos rodea, porque aunque no estamos certificados como cultivo ecológico, la filosofía es la misma, cuidando muy respetuosamente el campo, las cepas, mimándolas al máximo para que las uvas tengan una excelente calidad y se pueda dar un gran servicio al cliente final, de venta y posventa, esta es la mejor manera de fidelizar al cliente”.

Premios a los vinos

Cabe recordar que la bodega Vino del Desierto ha sido varias veces galardonada, “la primera vez fue en 2012 con el reconocimiento al mejor vino de España en el concurso Nariz de Oro, después me he presentado a los más prestigiosos concursos, como Bacchus donde me concedieron la medalla de plata dos años y en Grenaches du Monde también he conseguido varias medallas”, expone Fernando orgulloso de su trabajo. “Significa que el trabajo lo estoy haciendo bien, que profesionales del vino lo están catalogando a la altura de los mejores vinos, si bien, mi mayor premio es seguir aquí, ver como mis clientes confían y siguen comprando mis vinos”.

Aunando una clara vocación vinícola con un profundo respeto por la tradición y la forma artesanal de elaborar sus vinos, el Vino del Desierto se ha convertido en un referente monegrino, contribuyendo a una nueva manera de entender el vino en Aragón, considerándose como un clásico y más joven entre los grandes. En estos diez años de trayectoria, ha sabido hacerse un lugar en el mercado con una política de precios muy clara, posicionó sus vinos por encima de la gama habitual, y una estrategia de marketing basada en la transparencia de un proyecto con las puertas abiertas y su identificación con el paisaje de Los Monegros.

Con estos postulados y gracias al éxito en el desarrollo de su modelo de negocio, no sólo se ha consolidado como empresa, sino que también ha beneficiado al sector del vino, dando valor a la viticultura tradicional de la región e incorporando al mismo innovaciones en busca de la excelencia.

Además, El Vino del Desierto también ha contribuido a dinamizar el enoturismo en la comarca, desarrollando su propio programa para visitantes, con catas, visitas a las viñas y charlas, convirtiéndose en uno de los focos de atracción para aquellos que desean conocer el epicentro histórico del vino del desierto monegrino.