Ribagorza

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Una experiencia en Graus para marcar pautas para la trufa en la Unión Europea

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Eva Gómez, Chiappini y Meritxell Puig-Pey en el CIET de Graus.
Eva Gómez, Chiappini y Meritxell Puig-Pey en el CIET de Graus.
Elena Fortuño

En el marco del Proyecto Europeo INTACT (INnovation in Truffle cultivation, preservAtion, procCessing and wild truffle resources managemenT), el abogado italiano Daniele Chiappini está realizando una fructífera estancia en el Centro de Investigación y Experimentación en Truficultura (CIET) que la DPH tiene en Graus. Chiappini, como project manager del INTACT, realiza un intenso trabajo de coordinación y asesoramiento que compagina con el estudio de la legislación sobre trufa en los diferentes países implicados. A nivel general, espera que el proyecto permita “proponer algunas pautas a la Unión Europea en materia de truficultura”. Respecto a los problemas legales específicos de los truficultores en España, resalta su indefensión ante los robos, ya que han de sorprender al ladrón “in fraganti” a diferencia de lugares como Italia, donde las plantaciones se conciben como una propiedad privada y una grabación que demuestre que alguien ha entrado, ya es delito.

La estancia de Chiappini, que comenzó el pasado 25 de septiembre y se prolongará hasta el 7 de octubre forma parte del proyecto INTACT, que promueve la movilidad de los participantes para fomentar el intercambio de conocimiento, fundamental en un programa con 19 socios, recuerda este abogado italiano, a quien tomarán el relevo el próximo 14 de octubre en el CIET grausino dos investigadoras expertas en biología molecular, también italianas, Beatrice Belfiori y Claudia Riccioni.

Chiappini es una pieza clave dentro del INTACT por su labor de project manager, de la mano de Marina Bufacchi, coordinadora del proyecto, según apunta este abogado italiano que, además de coordinar las labores de los participantes, estudia los aspectos legales relacionados con la trufa y su cultivo en los distintos países implicados, siete en total, precisa (Italia, España, Francia, Serbia, Chile, Argentina y Marruecos).

De la mano de las dos responsables del CIET grausino, la ingeniera agrónoma Eva Gómez (técnico del CITA) y la técnico Meritxell Puig-Pey, Chiappini ha mantenido contactos con truficultores de la provincia de Huesca para conocer sus inquietudes. “El principal problema que tienen el cambio climático que les obliga a hacer modificaciones en las plantaciones. Necesitan más sombra para mantener el suelo fresco”, explica, refiriéndose también al cuidado que han de poner en un proceso que da fruto a medio-largo plazo como el de la truficultura y a la constante amenaza del jabalí.

En el ámbito de la legislación, las preocupaciones en España son comunes. “He estado con cultivadores, con asociaciones y son conscientes de la ley, de las certificaciones y los mayores problemas legales son los robos. Tienes que coger al ladrón in fraganti, no vale cuando ya ha salido de la plantación. Si no están dentro y tienen las trufas es prácticamente imposible. Puedes poner cámaras, pero es caro y no es útil. Es la principal preocupación”.

En contraste con Italia, ha constatado que el volumen de las explotaciones aquí en menor. “Hemos visitado plantaciones y suelen combinarse con otros cultivos. Hemos visto con pistachos, por ejemplo”, detalla, asegurando que “en Italia, las explotaciones son mayores, es una industria más profesional que familiar”. La entrada a este tipo de plantaciones es más complicada, pero también la legislación más dura ya que “se consideran propiedades privadas, como si entraran en una casa”, explica, lo que supone una garantía para el truficultor. El problema legal en Italia aparece, sin embargo, en la trufa silvestre, escasa en España. “Los bosques son del Estado, son públicos, y necesitas una licencia, como aquí, pero hay mucha gente que las coge sin licencia porque no tenemos policía forestal en Italia”, detalla.

De cara a contar con una legislación general sobre la trufa, al menos a nivel europeo -ámbito en el que nace el INTACT- “el principal problema, y por eso pensamos en unas pautas y no en un instrumento legislativo, es que en la Unión Eropea la única que puede proponer una ley es la Comisión Europea y deberíamos contactar con la comisión. La burocracia es el mayor problema y en el par de años que nos quedan de proyecto no es fácil”, lamenta. Chiappini, sin embargo, cree que se pueden sentar las bases en el marco del proyecto. “Sin querer pecar de ambiciosos, diré que intentamos proponer algunas pautas a la Unión Europea y que, al haber socios de Chile, Argentina, quizás estas pautas pueden llegar incluso fuera de la Unión”.

El experto reconoce que la legislación actual, general para los vegetales y semillas en la UE, firmada por casi todos los países, entre ellos España e Italia, es demasiado genérica y su complimiento no cuenta con un control demasiado estricto. “Soy abogado, pero mi labor es trabajar en la relación entre ciencia y ley. Este proyecto permite una aproximación multidisciplinar en la cual hay científicos, investigadores, abogados y economistas. Tratamos de investigar desde un completo punto de vista de la trufa”.

El Consorcio del INTACT, especifica, está formado por 19 organizadores que pertenecen a 7 países diferentes. “De momento, estamos haciendo una aproximación a la situación de cada uno. Por ejemplo, en Italia, desde un punto de vista legal, la legislación es a nivel de país, así es el parlamento nacional el que puede poner la ley general pero, de acuerdo con la Constitución, cada región puede hacer diferentes leyes sobre diferentes aspectos. Esto significa que en Italia tenemos 20 leyes diferentes relativas a las trufas y esto crea muchos problemas. La ley difiere entre las propias regiones, por ejemplo en cuanto a certificación, ya que las trufas pueden ser certificadas de manera molecular o morfológica”.

En España, el problema es similar, considera, mientras se refiere al primer grupo de trabajo en legislación, puesto en marcha el pasado mes de junio para poner en común la legislación en los distintos países y diseñar las pautas citadas para que se rijan la gestión a nivel global. “Este proyecto pone la semilla. Es un proyecto en red en el que se ha empezado a trabajar en trufa desde diferentes puntos de vista. Trabajar juntos, intercambiar puntos de vista, investigar, realizar diferentes acciones y, en un par de años tendremos las conclusiones”, concluye ilusionado Chiappini, absorbido por este reto profesional que lo ha alejado de la Inteligencia Artificial, su área de especialización hasta ahora.