Sobrarbe

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Veinte vecinos de cuatro países en un núcleo que crece

#CONTRALADESPOBLACIÓN 

Álvaro Abadía y Beatriz Grao, una pareja de sanitarios turolenses con origen en Araguás y vecinos del valle de Benasque, que apuestan por la vida en el medio rural.
Álvaro Abadía y Beatriz Grao, una pareja de sanitarios turolenses con origen en Araguás y vecinos del valle de Benasque, que apuestan por la vida en el medio rural.
Elena Puértolas

Cuando María Paz Juberías llegó como maestra al colegio de Araguás desde su Estada natal a finales de 1973, no había luz, excepto unas horas al caer la noche, y tampoco existía la actual carretera -que ya precisa mejoras-, sino “una pista de tierra y piedras -recuerda- por Laspuña”. Solo tenía dos alumnos del pueblo y seis hermanos de San Lorién, otra aldea vecina también situada al pie de Peña Montañesa. Fue la última maestra de la escuela, que cerró pocos años después, y que les obligó a bajar al Somontano para escolarizar a su hijo, el ahora alcalde, Sergio Pueyo, que no hubiera tenido otra opción que la Escuela Hogar de Boltaña. Pero no se alejaron nunca y hoy son tres de los vecinos que residen todo el año en Araguás, donde se hablan varios idiomas y hay de cuatro nacionalidades: belga, francesa, británica y española. Araguás ha crecido y se ha formado una comunidad que mira al futuro sin perder las raíces.

La población del municipio de El Pueyo de Araguás se mantiene -ahora con 166 vecinos-, pero está creciendo Araguás y la zona de Lacort (los chalés próximos a Aínsa)”, explica el alcalde Sergio Pueyo. “Siempre hay algún edificio o pajar que sale a la venta y se vende. Araguás tiene la ventaja de estar a solo 15 minutos de Aínsa y que las casas están muy separadas, que tienen terreno alrededor, por lo que tienes vecinos pero estas alejado”, detalla este ingeniero que trabaja en el departamento de calidad de Nissan en Barcelona, adonde se desplaza sólo unos días a la semana y el resto teletrabaja desde Araguás.

María Paz Juberías llegó de maestra a Araguás, se casó allí y, aunque tuvo que marchar un tiempo, nunca se alejó y reside allí todo el año
María Paz Juberías llegó de maestra a Araguás, se casó allí y, aunque tuvo que marchar un tiempo, nunca se alejó y reside allí todo el año
Elena Puértolas

La primera familia de “repobladores” fue la de Maite Buil, con origen en Sobrarbe, de Aviva Iniciativas Ambientales y Comunitarias. En Araguás han nacido sus tres hijos: Lorién, Bruno y Yago. “Al principio, me preocupaba que no hubiera más niños, pero después me pareció muy bonito, porque son de las últimas generaciones que han vivido la vendimia, la matacilla... es otra manera de relacionarse con las tradiciones porque hay vecinos que todavía conservan esa manera de hacer. A veces, en lugar de pasar un tarde con más niños, se iban a arrancar patatas”, explica.

Nuria Puyuelo nació en Monzón, porque sus padres bajaron a trabajar a la Torre de la Menudilla. Sin embargo, “de niñas pasábamos todo el verano aquí”. Ahora tiene su residencia en Teruel, pero desde que se jubilaron con su marido, están entre 4 y 6 meses en la casa familiar, a la que acuden su hijo Álvaro Abadía con su pareja Beatriz Grao, médico y enfermera del Centro de Castejón de Sos.

“En cuanto podemos, venimos a Araguás. Si la pregunta es si nos gustaría venir a vivir aquí, nos encantaría, porque en Araguás hay poca población pero mucha relación en la comunidad”, comenta Abadía, que señala como dificultades que la casa familiar está a nombre del bisabuelo y no está acondicionada para el invierno. Con todo, ha plantado allí su huerto. Su pareja, Beatriz Grao, indica que les gustaría una casa o un terreno para edificar. Sin embargo, “en el valle de Benasque los precios son muy altos, porque no tienen una necesidad económica. En Aínsa hemos mirado algo, pero nada”, detalla en una reflexión acerca de que se habla de despoblación, pero el que quiere quedarse no puede. Algunos domingos se juntan en su era, la de Casa Mariñosa, con los nuevos vecinos extranjeros en una comida en la que cada uno aporta algo. También hay un salón social con una gran mesa en el centro del pueblo.

El francés vecino de Araguás L aurent Cougnoux prepara una receta de Bretaña con la asistente más joven al taller.
El francés vecino de Araguás L aurent Cougnoux prepara una receta de Bretaña con la asistente más joven al taller.
Elena Puértolas

Hace poco ha llegado a vivir al pueblo un joven madrileño que trabaja en la zona así como la pareja de ingleses que se están rehabilitando una casa. Todos se han sumado a los antiguos vecinos, como Margarita Mur, de 73 años, que de joven pensó en marchar porque las condiciones eran difíciles, pero finalmente se quedó y ahora vive muy bien y “muy contenta” con sus nuevos vecinos.