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Carnicería Bernad, cuarenta años de un negocio llevado “mano a mano”

Antonio Bernad y Mari Carmen Eustaquio se jubilarán el 30 de septiembre, pero el negocio continuará con la gestión de Ricardo Buil

Mari Carmen y Antonio, en la Fiesta de la Torteta.
Mari Carmen y Antonio, en la Fiesta de la Torteta.
Á. H.

Antonio Bernad y Mari Carmen Eustaquio se jubilarán del oficio el día 30 de septiembre pero las puertas de Carnicería Bernad continuarán abiertas con la misma referencia después de 40 años de trayectoria comercial. El establecimiento forma parte de la historia de calle Joaquín Costa de Barbastro, en clave local calle Monzón, y mantiene las señas de identidad características desde que Antonio y Mari Carmen se pusieron tras el mostrador en uno de los enclaves de mucha pujanza comercial -entonces- entre los pocos que han aguantado los buenos tiempos y los vaivenes del sector.

La referencia calle Monzón suena a historia comercial muy acreditada por cantidad y variedad de diversos establecimientos que impulsaron el sector. En su tiempo, fue de los más importantes en Barbastro. Hoy es lo contrario; son más los establecimientos cerrados (10) que los abiertos y entre ellos está Carnicería Bernad. La fidelidad de la clientela es el mejor reflejo de atención y servicio que han dado los propietarios y con ellos el equipo de trabajo y colaboradores habituales.

La reciente Fiesta de la Torteta celebrada “por jubilación” tuvo gran acogida social el pasado 16 de septiembre. No faltaron jotas al ritmo de la Asociación Folklórica del Somontano; porque 40 años bien valen las jotas cantadas y París bien vale una misa. La continuidad del negocio que gestionará el empresario Ricardo Buil (Sobrarbe) es gran noticia en estos tiempos. Antonio transmite las “emociones personales propias del acompañamiento de todos, clientes o no, estamos flotando”.

Cuatro décadas con elaboración de miles de tortetas, chiretas, longanizas, butifarra blanca y otros productos propios “han sido posible, siempre, con el apoyo de los hijos (María y Antonio), de la familia y de amigos. El día 30 nos llevaremos el apoyo y la estima de mucha gente que durante 40 años ya la consideras como de casa. Los hijos han sido pilar fundamental por su apoyo, me he emocionado con mi hija que ha cantado una jota con Andrea Bestué, en la calle; orgullosos de cómo termina la vida comercial”.

El negocio lo abrieron Antonio y Mari Carmen en la misma calle donde hubo otra carnicería de la familia, “cuando cerraron, Toño tuvo la genial idea de establecernos y hasta aquí hemos llegado, mano a mano. Se ha pasado más tiempo en el obrador que en el mostrador, pero ha disfrutado en su trabajo”, explica Mari Carmen. “El trato con la gente me gusta. en una carnicería tienes muchas posibilidades de vivir experiencias de proximidad con clientes que, al final, son como de la familia” indica Antonio.

En este aspecto, “el trato cotidiano es algo especial, se trabaja a gusto, hemos disfrutado”. Mari Carmen ha sido, también, “una mujer inquieta porque se ha involucrado en diferentes actividades sociales. A veces, ha tenido que estar con mucha presión para llegar a todo”. Se refiere, por ejemplo, a su etapa de presidenta de la Asociación de Amas de Casa y Consumidores del Somontano, a campañas comerciales y, cuando ha sido necesario, denunciar las carencias de sector; “ahí ha estado siempre”.

La huella de la mondonguera

La elaboración de productos caseros ha sido una de las claves, “aprendimos de una buena mondonguera en casa, seguimos esa línea y hemos mejorado a base de conocimientos sin variar los productos. Las ventas on-line han tenido buena aceptación porque les ponemos las chiretas en casa desde Barbastro, por ejemplo”.

Mari Carmen aboga por “la buena capacidad que tenemos las mujeres para llegar a casi todo, pero, en mi caso, ha sido fundamental la ayuda de un buen marido. Gracias a eso, compartimos trabajo, casa, familia y he llegado a otras actividades sociales. Estar de acuerdo ha sido fundamental, incluso para las aficiones. El respeto mutuo ha sido base fundamental en 40 años”.

Aparte, “la historia de Carnicería Bernad ha sido posible gracias a muchas personas; algunas no están, otras siguen; amigos, Andrés, Alicia, Conchi, Inma han aportado su trabajo, sin ellos no hubiera sido posible atender a tanta gente. Se llega al final de la trayectoria, contentos y satisfechos. En la despedida nos sentimos muy arropados en general”.

En la fachada aún está el cartel de una campaña “calle Joaquín Costa, abierta al éxito” y Mari Carmen está entre los que han sido testigos del devenir del sector comercial. “Hemos luchado mucho para dejar la puerta abierta, con la misma referencia comercial para transmitir que por esta calle merece la pena luchar”, explican.

En este aspecto, “confiamos que algún día se recupere con ilusión, trabajo, colaboración y ayuda. En 40 años falta mucha gente en esta calle, donde la colaboración y la unión han sido denominador común para lo necesario. Llamo a los políticos para que no dejen de lado esta calle y se planteen la necesidad de ayudarnos”. Antonio opina que “la clave de aguantar cuatro décadas sin morir en el intento es el día a día; trabajar, llevarse bien, no pasarlo mal por cosas pequeñas que carecen de importancia y mejor, sufrir por las gordas”.

Esta filosofía comercial ha dado buenos resultados y, en este caso, ha servido para que Ricardo Buil siga con el negocio. “Casi le echamos alfombra roja porque es un hombre de negocios, activo, emprendedor, de mucha capacidad. Este negocio se sumará a otros que tiene por diferentes ciudades. Creo que el producto ecológico, material y de calidad le convencieron. Apuesta por esta línea que conoce muy bien”. En definitiva, descanso para Antonio y Mari Carmen, suerte para Ricardo.