Cultura

PERIFERIAS 21.0

JOP, Daniel Lumbreras y Maria Arnal i Marcel Bagés reivindican el poder de la voz

Brillante jornada final de la vigésimo primera edición del festival oscense Periferias

Lumbreras sorprendió cantando en un idioma inventado.
Lumbreras sorprendió cantando en un idioma inventado.
Javier Broto Hernando

Decía el domingo Maria Arnal en su entrevista con este diario que la idea central de su nuevo disco es que “todos aprendamos a escuchar”. Transcurre nuestra vida (“eso que sucede mientras estamos haciendo otros planes”, como decía John Lennon) sin tiempo para escuchar los sonidos que nos rodean: el tañer de una campana, el balido de una cabra, las pisadas en la hierba, las ondas de radio, el crujir de una manzana, el rugido de un motor o, por qué no, el canto de las ballenas. Hay que aprender a escuchar esos sonidos, pero, sobre todo, hay que aprender a escuchar la voz humana y a valorar su inmenso poder. Y, precisamente, la voz fue la gran protagonista de la última jornada de la 21ª edición de Periferias.

El festival oscense había preparado este domingo un menú cuyo ingrediente principal fue la voz. Tres propuestas alrededor de la voz, más allá del significado de los textos.

El recorrido comenzó al mediodía con la performance de JOP, nombre de un proyecto que reúne al músico experimental Andrés Blasco (conocido como Dr. Truna, ex componente de Carmina Burana o Fitzcarraldo) y el gran Bartolomé Ferrando, máximo exponente de la poesía sonora y fonética en España, que ya actuó en Periferias en 2003.

Bartolomé Ferrando y Andrés Blasco actúan como JOP.
Bartolomé Ferrando y Andrés Blasco actúan como JOP.
Javier Broto Hernando

Fue una performance tan intensa como gozosa, tan audaz y exploratoria como espontánea y natural, puramente improvisada. Bartolomé Ferrando, un verdadero maestro, mostró las infinitas posibilidades de la voz humana a la hora de generar sonidos y fonemas, que se combinaban de forma mágica, deconstruyendo el significado de las palabras para crear espacios sonoros de una sencilla belleza. A veces, pura abstracción. Otras veces, conectando con el espíritu dadá de los rítmicos poemas de Hugo Ball. Y mientras tanto, Dr. Truna iba tejiendo sonidos a partir de su violonchelo “preparado”, de los bastones de su maleta sonora o de una suerte de berimbau casero, todo imbuido de la filosofía DIY (do it yourself, háztelo tu mismo) del punk.

Un fascinante magma sonoro que era sobrevolado por la versátil voz de Ferrando, que acababa por sonar como un instrumento más. 40 minutos de creatividad en estado libre, de imaginación desbocada, que finalizaron con una entrañable frase, esta sí, plenamente entendible: “dedicado a Huesca”.

Ya por la tarde, el Auditorio Carlos Saura del Palacio de Congresos, con las localidades casi agotadas, acogía una de las veladas más apasionantes vividas en Huesca en los últimos tiempos. Emoción a flor de piel, sin límites ni fronteras.

Todo comenzó con el cantautor Daniel Lumbreras, un heterodoxo, un músico que (afortunadamente) va por libre. Un perro verde ajeno a cómo sopla el viento. Canta en un idioma inventado, inexistente. Una especie de esperanto ideado para derribar fronteras, en el convencimiento de que la música es el verdadero idioma universal.

La misma formación con la que se presentó por primera vez en Huesca parecía toda una provocación: él mismo con su voz (muy versátil, pero tendente a los registros de contratenor) y con sus guitarras acústica y eléctrica, acompañado por un trío de voces femeninas. Sorprendente.

De pronto, al espectador le parecía estar ante los representantes noruegos de Eurovisión y al rato aquello sonaba como una versión blanca del afroblues de Ali Farka Toure o próximo al pop bizarro de Battiato. La mezcla de esas palabras surgidas de ninguna parte con las imaginativas armonías de su folk-pop resultó magnética.

Su concierto estuvo basado sobre todo en los temas de su reciente disco Cinematic, que escribió durante la pandemia inspirado en películas como la hermosa Retrato de una mujer en llamas de Céline Sciamma. Y así, fueron sonando piezas como Sanzala, Ararat (de su disco anterior), Thelma, Totó o esa delicia de blues desértico a lo Ali Farka Toure que es Sam, que interpretó en solitario con la guitarra eléctrica. Se despidió con el pop vitalista de Surf Twist y con el gran tema que titula a su disco anterior, La vila. Con una actitud de candorosa ingenuidad, fue un verdadero descubrimiento.

Maria Arnal i Marcel Bagés ofrecieron un concierto difícil de superar.
Maria Arnal i Marcel Bagés ofrecieron un concierto difícil de superar.
Javier Broto Hernando

Y llegaba después el broche de platino a una edición de Periferias que ha deparado magníficos momentos. Pero quizá ninguno tan refulgente y arrollador como este. Y eso que Maria Arnal i Marcel Bagés son bien conocidos por la afición oscense: en 2016 estuvieron en el festival Romería y Desengaño, cuando no eran muy conocidos. Ese mismo año tocaron en Pirineos Sur. Y en 2017 actuaron en la edición “Palabras” de Periferias.

Ahora regresaban a Huesca y al festival convertidos por derecho propio en una de las realidades más deslumbrantes de la música española actual, tras la publicación de esa cumbre absoluta del pop cósmico del siglo XXI que es Clamor, su segundo álbum. Un disco que cuenta con colaboraciones tan relevantes como las del Kronos Quartet (¡palabras mayores!) o la diva americana de la electrónica Holly Herndon. Este estilo, precisamente, cobra un papel fundamental en este nuevo disco y en el espectacular directo que se pudo disfrutar en Huesca.

Frente al intimismo de su reciente actuación delante de “El jardín de las delicias” de El Bosco en el Prado, el escenario se desplegó en varios niveles y sobre los artistas apareció un firmamento de focos que llevan los ojos del espectador desde la penumbra austera hasta el fulgor de la luz más cegadora. Un juego de luces extasiante.

Pero nada de esto serviría si no fuera porque todo ese despliegue está al servicio de la MÚSICA, así, con mayúsculas. Bagés, en esta ocasión, se concentra en la maquinaria electrónica, dejando un poco de lado la guitarra, cuya interpretación recae más en David Soler, productor del disco. Y completan el formidable equipo sonoro Marta Torrella y Helena Ros, las dos voces de Tarta Relena, que hacían doblete en esta edición de Periferias, ya que estuvieron también el viernes con la TransMegaCobla de Za! y que ya habían actuado en dos anteriores ocasiones en Huesca. Dos voces maravillosas, las suyas.

Pero por encima de todo, brillando a una altura estratosférica, casi inalcanzable, estaba la voz de Maria Arnal. Una voz capaz de surgir, telúrica y ancestral, desde las profundidades de la tierra, como también de fundirse en el éter del cosmos. Una voz capaz de todo. Pero, sobre todo, de emocionar hasta los límites más insospechados.

El nivel de los textos es, por otro lado, apabullante, mezclando citas tan distantes y dispares como pueden ser Gloria Fuertes, Paul B. Preciado o Ted Chiang, aunque su indudable densidad conceptual no está exenta de una naturalidad desarmante.

Haciendo gala de una simpatía y una gran cercanía, Arnal inició el festín musical con Milagro, el tema que abre el nuevo disco, seguido de El gran silencio, dos piezas de orfebrería sonora. Tras referirse a sus ancestros barbastrenses, arrancó el momento más espiritual de la velada, con la sobrecogedora, a la vez que sutil, interpretación a tres voces del tema tradicional Cant de la Sibil·la.

Siguieron con La gent, esa mezcla de gregoriano y dark ambient en la que Maria canta eso de “la gente no se da cuenta del poder que tiene”. La emoción en estado puro eclosionó con Ball del vetlatori, una suerte de fandango al ralentí entre oscilaciones de baja frecuencia, al que siguió otra emocionante delicatessen, su revisión desnuda de A la vida de Ovidi Montllor, con el único acompañamiento de la guitarra.

Los ecos arábigos y flamencos de Bienes precedieron a ese impresionante hit de pop cósmico que es Canción total, coreada por un público absolutamente absorto y embelesado. Después, enlazaron la delicadísima polifonía Tan alta com va la lluna (una canción de trabajo recogida en Castellón) con el dub galáctico de Tras de ti, donde se hace realidad eso que decían Smith & Mighty de que “bass is maternal”, el sonido del bajo te devuelve al vientre de la madre. Y finalizaron el recorrido con otras dos perlas de pop cósmico: el monumental Tú que vienes a rondarme (un tema de su disco anterior, 45 cerebros y 1 corazón, que se podría estar escuchando en bucle hasta el infinito y que fue coreado por todo el público) y Fiera de mí.

Afortunadamente, la cosa no terminó allí. El público, rendido a sus pies, reclamó insistentemente un bis, que por supuesto llegó. Primero Maria Arnal hizo cantar a todo el mundo para liberar endorfinas y después culminó su magistral actuación con tres temas de su reciente álbum: Meteorit ferit, Jaque (que en el disco cuenta con la colaboración del Kronos Quartet) y Ventura, una sutil inducción al baile a ritmo de hipnótico microhouse.

El público les despidió puesto en pie. Lógico, se había asistido a una barbaridad para la que se terminan todos los adjetivos. Una maravilla. Un broche de platino para esta edición de Periferias. Sinceramente, este año va a ser muy difícil superar esto.