Cultura

39 EDICIÓN

Tesoros en forma de historia llaman desde el silencio a los oscenses

Angélica Morales inaugura la Feria del Libro de Huesca con un discurso en el que comparte recuerdos y vivencias personales

Angélica Morales ha ofrecido el discurso inaugural de la 39 Feria del Libro de Huesca
Angélica Morales ha ofrecido el discurso inaugural de la 39 Feria del Libro de Huesca
Laura Ayerbe

Las casetas se han abierto a las 18:00 horas, pero lo que ha hecho Angélica Morales con el discurso inaugural de la 39 Feria del Libro de Huesca ha sido destapar simbólicamente “estos tesoros en forma de historia que desde su silencio nos llaman”.

De fondo un sutil murmullo de visitantes ojeando títulos y ese olor tan característico del papel cuando vas pasando las páginas. Con ese decorado ambientando la plaza López Allué, la escritora y actriz ha dado la bienvenida “a la fiesta de los libros”, y lo ha hecho mostrando uno que tenía sobre el atril y que había rescatado muchos años después de su librería y que, sin haber llegado a abrir, ha querido tener con ella en un homenaje a su tía Chon.

Lo habían comprado juntas en una tarde lluviosa de agosto en el catálogo de Círculo de Lectores. Maite, la chica que les visitaba cada mes, fue la que se lo entregó. Ese recuerdo no tuvo un final feliz porque “un cáncer fulminante se llevó a mi tía Chon unos meses más tarde”.

Aunque desde lejos no se podía leer el título, Angélica Morales lo ha compartido con quienes se han acercado a López Allué, entre quienes se encontraban el presidente de la Asociación Provincial de Librerías de Huesca, Victor Castillón, a quien han compañado representantes de Gobierno de Aragón, Diputación Provincial, Comarca de la Hoya, Ayuntamiento, Ceos-Cepyme y Cámara de Comercio.

Era La vida privada de los Seymour. La autora de La casa de los hilos rotos ha relatado que entonces ella empezaba a escribir “y mi tía soñaba con que algún día sería una escritora importante, de esas que salen en los diarios y dan un discurso como este. Había publicado algunos libros que ella guardaba como si fuesen joyas”. Lo mismo que ella hizo con éste que había permanecido en su biblioteca hasta ayer.

“Hoy que puedo compartir estas palabras con todos ustedes. Hoy que escribo y que mi vida está llena de hilos invisibles que me conducen irremediablemente hacia la herida”, Angélica Morales ha confesado que escribe “incluso desde antes de que comprendiera el acto de escribir”.

“La sangre de mi pluma despertó cuando por casualidad asistí a aquella charla que la gran Ana María Matute impartió en la Universidad de Zaragoza. Ella dijo: “Hay gente que escribe por dentro y no lo sabe”. De inmediato sentí que yo era eso, palabras tapiadas por dentro que buscaban la luz”.

Desde entonces escribe, “como si fuese una enfermedad o el impulso de un animal primario”, y en ello Huesca también tiene parte de culpa “porque fue al llegar aquí, hace más de veinte años, cuando me convertí de forma oficial en escritora. Cuando escribí mi primer libro, Las memorias zurdas del Papa Luna”.

Antes se había dedicado al teatro, “a esa caja mágica donde todo es posible”, y una de sus luchas siempre ha sido “reivindicarlo como lectura”; no en vano, su primera compra fue Romeo y Julieta, de William Shakespeare. “Lo hice después de asistir a los 14 años al teatro Olimpia de Valencia, lugar donde me crié y me formé”. Aquella noche no pudo dormir, y al día siguiente acudió a la librería “presa de una fiebre lectora. Recuerdo cómo temblaba mi mano cuando finalmente el libro estuvo en mi poder”.

Luego llegó la escuela de Arte Dramático y el deseo de leer teatro, “de aprenderme sus monólogos, de morirme sobre mi cama como si fuese Julieta mientras mi madre y mi vecina asistían a mi puesta en escena. Interpretar, sí, sobre la escena, sobre la hoja, ser Dios, Shakespeare, César Vallejo, Lorca o El marinero de Fernando Pessoa”.

Con ellos, Angélica Morales descubrió el poder de la poesía. “Creo que cuando interpreté uno de los papeles de El marinero de Pessoa la poesía mordió mi alma, me agarró tan fuerte que todavía hoy no me ha soltado. Y espero que no lo haga nunca”.

Víctor Castillón, presidente de la Asociación Provincial de Librerías de Huesca, condujo el acto
Víctor Castillón, presidente de la Asociación Provincial de Librerías de Huesca, condujo el acto
Laura Ayerbe

Interpretar y escribir. Como ha dicho la poetisa: “El misterio habita en cada verso, en cada historia. Cada libro es una jaula de pájaros silenciosos que nos cuentan las vidas que no podremos vivir”.

Llegados a ese punto, Angélica Morales ha compartido con el público lo que para ella significa escribir. “Escribir historias íntimas que cuelgan de los vestidos de mi infancia. Escribir en círculos, por ejemplo el albaricoquero bajo el que leí por primera vez Los gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester. Escribir el golpe o el olvido. Escribir para borrar el dolor y darle la bienvenida a un comienzo nuevo”.

Pese a ser, como ha apuntadp, una lectora y una escritora tardía, cuando llegó a los libros lo hizo “con hambre y ahora las librerías se han convertido en mi adicción, en mi refugio, en un lugar de encuentro”.

Ha recordado a “mi querida librería Anónima” y ha agradecido a todas las de Huesca “el cariño” con el que apoyan su novela La casa de los hilos rotos. Tampoco se ha olvidado de las bibliotecas. “Mi querida Durán Gudiol con la que llevo colaborando unos años a cargo del Club de Lectura de poesía y que tantas alegrías nos está dando”.

Hoy, Angélica Morales sigue tejiendo palabras, “hilos que se rompen lejos y que se ponen a llorar en esta novela que no leeré jamás”, lo que no le impide estar segura de que “ahora, en cada uno de los puestos de estas librerías hay historias que les esperan, que les han oído llegar, que han olido su perfume a curiosidad, que en estos momentos, mientras yo les hablo, ellos están destapando su fiebre, acicalando cada una de sus páginas como si fuesen una novia de domingo para recibir con alegría sus ojos y sus manos”. “Feliz Feria del libro. Feliz viaje al fondo de una emoción”.