SD Huesca

ADIÓS A PRIMERA

Derrota sin paliativos en el Alcoraz y adiós a la Primera División

El Valencia destrozó al Huesca con cinco goles en la primera parte

Derrota sin paliativos en el Alcoraz y adiós a la Primera División
Derrota sin paliativos en el Alcoraz y adiós a la Primera División
J.B./EFE

HUESCA.- En menos que canta un gallo fulminó el Valencia las escasas posibilidades que le quedaban al Huesca de mantenerse vivo en Primera. Antes de alcanzar el segundo minuto, el conjunto oscense ya se había caído por el precipicio. Ese fue el tiempo que necesitó el conjunto che para demoler a su rival. En el descanso el marcador señalaba un sonrojante 0-5.

El Huesca solo podía aferrarse a la ilusión de las matemáticas. El sábado ya se empezó a quebrar con las victorias de Celta y Levante. Este domingo parecía enderezarse el rumbo con la derrota del Girona en Getafe. Pero antes de abrirse la tarde en El Alcoraz, el Valladolid ponía freno y marcha atrás al ganar al Athletic.

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Pero el que tenía que ganar era el Huesca porque las cuentas, para que no fueran de la lechera, obligaban a la victoria. Y también el Valencia, que entró al partido con todo y sin piedad. Aparcó el "modo Arsenal" y se puso de veras a dar caza a la Champions. Sin llegar al minuto dos, Wass entró en el área oscense como Pedro por su casa y batió sin remisión a Santamaría. Fue un duro golpe para el Huesca, que no encajó a continuación el segundo de milagro tras una entrada de Guedes por la izquierda.

Con la cantidad de bajas que tenía, Francisco optó por la solución más "natural" y tiró de Ferreiro para el lateral derecho, con Rivera Musto y Moi en el centro del campo y arriba Chimy, Enric y Cucho. Hubo un amago de reacción del Huesca en un cabezazo de Musto tras el saque de una falta y en un centro de Cucho desde la derecha en el que el balón se paseó ante las narices de Enric y Moi sin que nadie lo rematara. Pero fue un espejismo. Porque el Valencia, con diez marchas más en todo, marcó el 0-2 en una jugada de tiralíneas entre Piccini, Santi Mina y Rodrigo, culminada por el ariete. En pleno festival che, el tercero en remate cruzado de Santi Mina desde la derecha. Y sin dar tregua, el cuarto, en un centro pasado de Wass desde la derecha que Santi Mina fusiló en el segundo palo.

Totalmente abatido, irreconocible y hundido el Huesca. Destrozado y haciendo aguas por todas partes. El partido pedía a gritos ya no el descanso sino el final. Y antes de alcanzar el ecuador, en un pase atrás de Ferreiro, Rodrigo aprovechó el regalo aunque antes de que el balón entrara, y cuando Etxeita trató de interceptarlo, el defensa marcó en propia puerta.

Se había caído el Huesca con todas las de la ley. Una defensa que hizo aguas, un centro del campo que no tuvo equilibrio y un ataque inoperante. Envuelto todo, eso sí, en un ejercicio voluntarioso pero insostenible ante un Valencia muy superior, que hizo lo que quiso, que jugó a placer y con un elevado grado de efectividad ante el apagón de su contrincante. Es como si al Huesca se le hubiran fundido los plomos antes de empezar.

Tras el descanso entró Melero por un Cucho ausente como casi toda la temporada y en el Valencia Marcelino dio paso a Ferrán y Soler por dos de sus figuras, Guedes y Parejo, pensando ya en el Arsenal. Aún así, Ferrán puso un balón precioso por encima de la defensa a Santi Mina y éste le sirvió en bandeja el sexto gol a Rodrigo.

De ahí en adelante, con el partido y la temporada finiquitada, fue el momento de la afición. Hay que ponerla con mayúsculas y en un pedestal. Ha sabido disfrutar de ese regalo que ha sido para todos la Primera División. Ha acompañado al equipo hasta el último rincón, ha sufrido y ha gozado. Con sus cánticos de apoyo constante, con ese "volveremos a Primera, volveremos otra vez", el Huesca trató de olvidarse del desaguisado que había hecho en 50 minutos y el Valencia se mostró contemporizador y sin ánimo de aumentar el enorme tamaño de la herida mortal que había causado.

Francisco había reforzado la defensa con Musto como quinto elemento y tercer central, incrustado entre Etxeita y Mantovani. Melero recordó por momentos en sus apariciones al jugador con personalidad y cerca del gol que tanto brilló en el ascenso. Qué pena de lesión que tanto le ha mermado a él y al equipo para que su estreno en Primera haya tenido este epílogo tan triste. Ferreiro, incómodo en el lateral, fue el que más centros puso al área desde el extremo. Chimy, enérgico, no estuvo atinado en la mayoría de sus decisiones. Aunque esa electricidad le sirve para contagiar de fe y fuerza a sus compañeros. Un centro suyo, que no atrapó Neto, lo aprovechó Melero para hacer el primer gol del Huesca. Y con el "sin reblar" tiró del carro el Huesca, haciendo de tripas corazón para caer con la cabeza alta. Con el tiempo cumplido llegó el segundo, al transformar Gallar un penalti por mano en un tiro que él mismo forzó.

Lo más espectacular, se podría decir que inenarrable, llegó el final. El Huesca se despidió de Primera con una afición que tiró de épica. Entre lágrimas, bufandas al viento y el clamor del "Volveremos a Primera, volveremos otra vez", "Huesca yo te quiero, hoy no podemos perder" y todo un repertorio de emociones. Los jugadores, clavados y aplaudiendo. Ni un reproche. Mil veces gracias a sus héroes de Primera.