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José Luis Compairé y Ascensión Bergua: "Muchos de los clientes se han convertido en amigos”

Ambos han pasado gran parte de su vida tras los mostradores del comercio familiar, él al frente de la farmacia, ella como encargada de la perfumería  

José Luis Compairé y Ascensión Bergua en la zona de perfumería el día de su cierre.
José Luis Compairé y Ascensión Bergua en la zona de perfumería el día de su cierre.
Laura Ayerbe

Juntos han formado un binomio perfecto, además de matrimonio han sido compañeros de trabajo y tan solo un arco, sin puerta, les separaba. José Luis Compairé, farmacéutico, ha sido la tercera generación al frente de un negocio familiar que fundó su abuelo en 1921. Al otro lado estaba Ascensión Bergua, su mujer, quién al poco de casarse accedió a ayudarle y se hizo cargo del espacio que ocupaban las secciones de perfumería, droguería y fotografía. Nunca les ha supuesto un problema trabajar en familia, y de hecho al llegar a casa -dicen- siempre les quedaba “tema de conversación”.

José Luis lleva ya 10 años prejubilado, a sus 77 años ha pasado casi toda una vida dispensando medicamentos, aconsejando a la gente y también elaborando fórmulas magistrales, la parte de la profesión que menos le gustaba, reconoce. Empezó “ayudando cuando aún estaba en la universidad” y luego tomó el relevo a su padre. Ascensión se jubiló el pasado jueves 28 de diciembre “tras 42 años”, los dos se sienten contentos de “haber podido atender a familias enteras” y de haber tenido “una clientela fiel” y sobre todo se enorgullecen de que “muchos de los clientes se han convertido en amigos”.

Con todos ellos siempre han mantenido “un trato muy cercano” y aprovechan para “dar las gracias tanto a los compradores como al personal” que ha pasado por el negocio. En el barrio se han hecho querer, y se han llevado bien con todo el mundo y de hecho recuerdan la noche en que un vecino les subió a avisar de que se habían dejado “la persiana metálica sin bajar”.

El matrimonio vivió durante 11 años en uno de los pisos que hay encima del local y fue una época en la que, recuerdan, que casi no pisaban la calle. “La rutina era bajar a la tienda, subir a casa, volver...”. Por aquél entonces el trabajo también era muy distinto, detalla José Luis, “se abría todos los días, pero se llevaba bien”.

En el establecimiento Compairé había de todo, gracias a las cuatro áreas de negocio, si bien con el tiempo, y “conforme se jubilaban los empleados”, y ante los cambios en el comercio, las fueron cerrando.

La sección de fotografía nació por ser la afición del abuelo de José Luis, y en ella se vendía “todo tipo de material”, y detallan que fue la primera en desaparecer “al no contar con un laboratorio propio”. Años más tarde quitaron la droguería, “cuando al empleado de toda la vida le llegó la edad de dejar de trabajar”. Y solo quedó el mostrador de perfumería, que atendía personalmente Ascensión.

En los tiempos en que estaban abiertas todas las secciones “había mucha clientela que venía de los pueblos y hacía parte de la compra en el establecimiento”, recuerdan.

Ella reconoce que le ha dado “mucha pena” dejar la tienda, y destaca lo mucho que le ha gustado trabajar y lo que ha disfrutado “acudiendo a ferias, tratando con representantes y sobre todo con el cara a cara con la gente”, y le consuela saber que podrá volver “siempre que quiera” con la excusa de ver a sus hijos.

En sus vitrinas y estanterías sus clientes han podido encontrar “productos de alta cosmética, pero también todo tipo de accesorios, complementos y bisutería” y algún clásico de la perfumería como la colonia Álvarez Gómez, que explica, “se fue Ricardo -el padre de José Luis- a Madrid para conseguir que se la sirvieran y desde entonces nunca ha faltado”. Y lo mismo ha sucedido con la Atkinson que “siempre se ha vendido”.

Por su parte José Luis se muestra contento “de ser una de las farmacias más antiguas de Huesca” y echando la vista atrás lo que más añora son los tiempos “en los que la gente que venía a comprar pedía asesoramiento y les gustaba escuchar los consejos”, y es que, argumenta, “los clientes ahora, en general, sacan poco provecho y escuchan menos”.

Atrás quedan muchas anécdotas, además de los errores de la clientela, “pidiendo por ejemplo aspirinas fluorescentes”, citan que una chica que ya estaba empleada en un comercio de Huesca y con buen sueldo, fue a pedirles trabajo y cuando le preguntaron por qué quería cambiar contestó que “porque todas las dependientas de Compairé se casaban”.

Gran recuerdo guardan de una visita de los Reyes Magos un 6 de enero en el que les tocó guardia y organizaron una fiesta improvisada con la familia, los empleados y amigos en la que no faltaron “regalos para todos” y a la que se fueron sumando algunos vecinos.

La cuarta generación de farmacéuticos ya hace tiempo que está en el negocio, son sus hijos Alberto e Ignacio y para los dos supuso una alegría que “después de acabar la carrera y probar en otras ramas se decantaran por estar detrás del mostrador”. Y ambos tienen muy claro que “ya es hora de que los hijos peleen y sean quiénes tiren del negocio”.