Huesca

110 años de historia

Luis Ferreira: “El aeródromo genera 8.000 pernoctaciones al año en la zona"

El vuelo sin motor tiene gran tradición en Huesca, suma más de cien años de historia, modalidad ahora desplazada hacia Santa Cilia 

El vuelo sin motor tiene una gran tradición en Huesca.
El vuelo sin motor tiene una gran tradición en Huesca.
Fly Pyr

Más de 6.000 operaciones de vuelo sin motor, alrededor de medio millar de vuelos turísticos sobrevolando las montañas, 1.000 de ultraligeros o vuelos deportivos, y aunque más testimonial, algo más de medio centenar de operaciones con aviones ejecutivos que utilizan la pequeña pista de 800 metros para sus viajes al Pirineo. Estas son las cifras anuales del aeródromo de Santa Cilia, a los pies de colosos como el Midi d’Ossau o el Bisaurín, unos datos que, aseguran, incluso podrían duplicarse.

“Una operación es un aterrizaje, no una la llegada y otra la salida”, explica Luis Ferreira, director de Fly-pir, empresa que desde hace ya nueve años gestiona este enclave, un centro deportivo que tiene en el vuelo recreativo su principal foco, pero que también se ha abierto a otros mercados. Y es que allí están, sumando también datos, aunque de forma residual si se compara con el deportivo, los vuelos ejecutivos que también contribuyen a alzar la cifra de operaciones totales hasta las casi 8.000 anuales (seis veces más que el aeropuerto de Huesca que sumó 1.247 en 2022 y 324 pasajeros y que este año prevé cerrar aún con peores cifras). Si el avión puede aterrizar en la pista de 800 metros, puede utilizarse.

Aunque suman, igual que lo hacen los vuelos militares o las aeronaves de emergencia, tiene claro que el “futuro” de este enclave pasa por su actual uso deportivo, que además puede seguir potenciándose. Para Ferreira se ha convertido en una alternativa a una de las mecas del vuelo a vela, los Alpes, donde hay mucha afición y también una gran y buena oferta, pero rodeada de grandes aeropuertos como Milán, Munich, Viena, Turín, Ginebra, Grenoble, Lyon o Zurich que representan un hándicap para este deporte por los espacios aéreos, con zonas cada vez más restringidas.

Ferreira calcula que Santa Cilia podría duplicar los datos con más personal técnico, instructores sobre todo y trabajadores para el taller, el único de veleros del país y que considera que hay que potenciar.

Ahora mismo se centran en seguir potenciando el aeródromo como un centro de alto rendimiento; apostando también por la competición, con la celebración en este 2024 de una prueba de campeonato del mundo; creando más oferta turística para no iniciados, con paseos en velero o avioneta; y en la enseñanza. “Da mucha satisfacción enseñar a volar a los jóvenes. El único requisito es tener 14 años y ganas”, asegura Ferreira, que cuenta que realizan cursos intensivos en verano y que han pasado por Santa Cilia ya una treintena de alumnos, pero que el club suma más de 700 desde que inició su andadura hace casi medio siglo. Se refiere al aeroclub Nimbus, germen de Fly-pir, que cumple 50 años de una historia que arrancó en Monflorite pero que tuvo que emigrar debido a los errores reconocidos en el diseño del aeropuerto y la relación con los responsables de la instalación.

Pero también quieren impulsar otras actividades para seguir generando riqueza en la zona y, sobre todo, afición. Entre otras, la discapacidad. Ya cuentan con dos aviones adaptados para personas que no mueven los pies, “para que se saquen la licencia y puedan volar solos”.

Y este año, además, les gustaría impulsar las terceras semanas nacionales de vuelo sin motor. Fue en 1935 y 1936 cuando se celebraron las dos primeras ediciones en Huesca, eventos que se convirtieron en todo un éxito y que están dispuestos a repetir, y si es posible en la que fue su casa, en Monflorite, y dar así a conocer el origen del legado histórico y cultural de esta modalidad en la capital altoaragonesa.

Unas 8.000 pernoctaciones en la zona de la Jacetania

Alrededor de 8.000 pernoctaciones en la zona de Santa Cilia genera el vuelo a vela, un deporte con gran tradición en Huesca -suma 113 años de historia-, una afición que, además destaca Ferreira, es sostenible y respetuosa con el medio ambiente. “Hace unos días llegó una persona a las seis de la tarde y venía desde Grenoble, sin motor”, pone como ejemplo. “Más sostenible que eso”, añade.

Un 45 % de los clientes son españoles (en el vuelo a vela). Del resto, la mitad llega desde Francia, y lo completan Reino Unido, Alemania, Bélgica... “¡De toda Europa!”, describe y añade que de vez en cuando también llega algún argentino y algún americano.