Cambio de pueblo tras las ovejas

No es un buen año para la trashumancia, porque no ha llovido y se encuentran con carencias de agua por el camino. Algunos ganaderos siguen realizando el trayecto a pie, como Judit Ballarín, que en cinco días se mueve con sus 800 ovejas desde Altorricón hasta Merli, el pueblo donde nació su padre, cuya tradición continúa. Otros ganaderos, como José Antonio Barravés y Mari Carmen Lanau, han optado este año, por problemas de salud, por transportarlas en camión, en su caso desde Monesma de San Juan hasta Bonansa.

En ambos casos, son familias que residen, en invierno en el centro y sur de la provincia, y en verano vuelve a sus lugares de origen, donde sus antepasados iniciaron la trashumancia que ellos continúan. Todos son conscientes de la dificultad de mantener la ganadería extensiva, pero también de la importancia de su mantenimiento para la pervivencia de la vida en los pueblos y de la conservación del medio natural. A su paso por las cabañeras, sus ovejas y cabras limpiarán los caminos de maleza y abonarán los campos en los que paran a comer y descansar. José Antonio y Mari Carmen no tienen sucesión y Judit encarna el futuro.