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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Antón Solís: "Me siento un privilegiado por poder ser pastor"

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Antón Solís, con su perro, apacienta en el ganado en la montaña tras asistir a la escuela de pastores La Estiva.
Antón Solís, con su perro, apacienta en el ganado en la montaña tras asistir a la escuela de pastores La Estiva.
S.E.

Atraído por un modo de vida y por un proyecto que le resultó interesante, Antón Solís, de 58 años, ingresó en febrero en la primera promoción de la escuela de pastores La Estiva de San Juan de Plan para formarse en unas labores a las que se dedicaba ya desde hacía algún tiempo. Ahora, “estoy en la montaña con 1.400 ovejas y mi perro y me siento un privilegiado por poder ser pastor”, expone desde el entorno de Góriz, en el valle de Ordesa, mientras transmite con un sosiego envidiable esa sensación de que ya no se puede pedir más. Y así lo resume todo: “vivo con el ganado, no vivo del ganado”.

“Me gustan los animales y el tipo de vida del pastor, que tiene su espacio de soledad y de contemplar la naturaleza”. Estas fueron las razones que le llevaron a aparcar su trabajo para empezar en la escuela, tras escuchar el proyecto que le expusieron Roberto Serrano, impulsor del centro y alcalde de San Juan de Plan, y el pastor y tutor Zacarías Fievet. “Llevaba un tiempo vinculado al pastoreo e ingresar como alumno ha sido un privilegio”, explica. “Hemos sido muy pocos alumnos (ocho) y estoy muy agradecido”, remarca este zaragozano que un día decidió cerrar una etapa de más de 20 años como peluquero canino. Cambió la ciudad por el monte; y el ruido y el consumismo por el silencio y un modo de vida más natural.

Antón realizó las prácticas de la escuela en la montaña palentina durante los meses de julio y agosto; y en septiembre subió a puerto con las 1.400 ovejas de dos ganaderos con las que “vive”. “Tengo mucho todavía por descubrir y por aprender”, indica. Cada uno de los pastores, explica, tiene sus formas de manejo y él se siente como una “esponja” que va absorbiendo toda la información. Pero, sobre todo, “es importante contemplar a la oveja, porque se aprende mucho observando”. Junto a él, su perro, al que ordena que le recoja el ganado con un silbato, porque le parece una forma elegante de pastoreo.

Y en cuanto a la profesión, “he descubierto los valores humanos y la gente me ha encantado por su honestidad y por tener un gran corazón. Esa transmisión de conocimiento de generación en generación no se debe perder. Ese contacto con ese antiguo pastor es muy bonito”, reflexiona, al tiempo que apunta a la idea de que habría que escribir un libro sobre ello. Algunos le animan a que lo haga él mismo. Ahí queda.