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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

La ganadería extensiva se refuerza con los primeros ‘titulados’ como pastores

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Rubén Allué, un ganadero de Fiscal, que junto al tutor Ernesto Ferrer han dejado sus ovejas en manos de un aprendiz de la escuela.
Rubén Allué, un ganadero de Fiscal, que junto al tutor Ernesto Ferrer han dejado sus ovejas en manos de un aprendiz de la escuela.
S.E.

El ‘BIG DATA’ o análisis de datos ha existido siempre, aunque no tuviera nombre”, bromea Ernesto Ferrer. Cuando mira al cielo, este le habla. No es misticismo, sino ciencia. Este pastor no ha estudiado meteorología, pero sabe como nadie interpretar las señales del tiempo, por esa sabiduría ancestral aprendida por transmisión generacional, y que es fundamental para manejarse en el monte con las ovejas. “Jamás hubiera podido imaginar que tuviera que enseñar a alguien a encender un fuego” (sin consecuencias trágicas, claro), asegura después de su experiencia como tutor de aprendices en la Escuela de Pastores La Estiva de San Juan de Plan, la primera existente en Aragón, que ha concluido recientemente su primera edición. Cuatro de los ocho alumnos ya tienen trabajo.

Pues aunque a Ernesto no se lo parezca, buena parte de la población no sabe un hacer fuego ni sabría qué hacer con una oveja y menos con un rebaño de 2.300 como las que maneja él en una explotación entre Almudévar y Tardienta. Aprendió el oficio desde niño, como casi todos los pastores, en su casa en San Juan de Plan. Sin embargo, ahora La Estiva ofrece la posibilidad de adquirir conocimientos a quien no tuvo esa oportunidad y quiere dedicarse al oficio.

Antón Solís trabaja ahora de pastor en el valle de Ordesa, con un rebaño de unos ganaderos de toda la vida de Fanlo que se han jubilado y que ha pasado a manos de Ernesto Ferrer y de Rubén Allué, un joven de Fiscal. Es uno de los cuatro alumnos ya ‘diplomados’ que ha encontrado trabajo. Otro está en Panticosa, un tercero se ha quedado en el valle de Chistau y el cuarto se ha ido a La Ribagorza.

¡Atención! porque hay lista de espera para la escuela. Ya para la primera edición se interesaron unas 75 personas, de las que 21 formalizaron su inscripción ‘on line’ y después fue necesario hacer un proceso de selección, explica el alcalde de San Juan de Plan, Roberto Serrano, e impulsor de La Estiva, que ha trabajado también con el profesorado de la escuela. Para la segunda promoción, confía en sacar diez o doce plazas en lugar de ocho y, además, espera llenar.

Este centro cuenta con el respaldo del Gobierno de Aragón, que a través del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente avala el diploma; con la financiación de la Diputación Provincial de Huesca y con la colaboración de la Comarca de Sobrarbe.

Empoderamiento de los pastores

“Esto tira”, resume Serrano con contundencia, convencido de que la llegada de estos profesionales al medio rural supone una oportunidad para dar continuidad a las explotaciones, por la falta de relevo generacional, así como para asentar población. “Parte del éxito es que se vea que es una profesión que genera interés, por lo que la prestigia y empodera a los pastores”, comenta. “Nos ha llamado gente de Alcorisa (Teruel) y de Zamora porque les interesaba contratar a alumnos”, detalla Serrano.

Por su parte, el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, destaca la colaboración y apoyo directo de la institución a la escuela de pastores: “No podía ser de otra forma. Además de contribuir a fomentar la actividad de la ganadería extensiva, fundamental para la sostenibilidad de nuestro entorno natural, es una manera de contribuir a formar pastores ante la falta de relevo generacional en esta actividad”.

Tras esta primera promoción, se prepara una segunda con una estructura similar que se compone de una parte más teórica, aunque desde la tercera semana ya aprenden en explotaciones. Y, en verano, hacen las prácticas en puerto. El curso contempla 510 horas teóricas y 340 prácticas en los montes de la provincia y ha habido un alumno, Antón Solís, en la montaña palentina por un convenio con la Fundación Monte Mediterráneo.

Los tutores también han aprendido de esta experiencia, que les ha servido para darse cuenta de que atesoran un conocimiento del que en ocasiones no eran conscientes. Por ejemplo, “les cuesta ver los síntomas de la oveja cuando no están bien”, explica con una cierta incredulidad Ernesto Ferrer. “Son cosas de sentido común, y si observas puedes llegar a conclusiones”, dice con naturalidad, como si fuera fácil.

En el análisis de datos que necesita cruzar un pastor confluyen desde las señales del tiempo, a trucos de manejos como cuando rechazan a un cordero, asistencia en partos... Por ejemplo, siempre hay que tener un plan B ante una posible tormenta; “o saber desenvolverte en las tareas de cocina sin tener el grifo. Por ejemplo, si hay un barranco a 50 metros, tener la previsión de irte a buscar agua... la organización en el monte es muy importante”, detalla. “No es que haya que tener grandes conocimientos, pero sí hay cuestiones fundamentales para manejarte mejor y llevarlas mejor a ellas”, indica. Y una cuestión fundamental: aprender a estar solo en el monte y a disfrutar de su silencio.

“La experiencia ha sido muy positiva, por ayudar a la gente que está interesada en trabajar en el oficio y que apenas ha tenido contacto con los animales”, indica Ferrer. En los pueblos, “teníamos ovejas, vacas... y lo has aprendido de manera natural”, comenta. Pero si para algo ha servido también La Estiva es para generar una ilusión entre los profesionales que apostaron por la ganadería extensiva, tal y como lo constata Ferrer.

Aun con esa ilusión, reclama más apoyo a la ganadería extensiva, porque con la reforma de la PAC “no sale muy bien parada”. “Dicen que es muy importante para la biodiversidad, como cortafuegos... pero no hay políticas eficientes en marcha. Producimos productos de primera calidad y aprovechamos recursos del monte que no tienen valor agronómico ni industrial, sacamos rendimiento al paisaje”, destaca.

Además, “no hay nada que asiente más población en el medio rural que la ganadería extensiva, pero no hay la suficiente sensibilidad”, indica. Lamenta que “el relevo generacional es escaso porque la administración pone trabas y tampoco es atractivo incorporarse por la falta de rentabilidad”. Entre unas reflexiones maduradas en los tiempos de silencio que ofrece el pastoreo, asoma la ilusión de un pastor que aboga por aprovechar la ganadería para la gestión forestal. En la escuela de pastores, reside parte de la esperanza y del futuro de explotaciones que ya han encontrado trabajadores formados.