Ribagorza

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Con espectáculos, punto de encuentro y tienda: así es uno de los primeros que abrió

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Nerea en el mostrador del multiservicios de El Grado.
Nerea en el mostrador del multiservicios de El Grado.
S.E.

El Grado es un sitio habitual para parar a estirar las piernas, comer en alguno de sus restaurantes a pie de carretera o, incluso, refrescarse en el pantano que lleva su mismo nombre.

Para Nerea, igual que para el resto de los alrededor de 80 habitantes que tiene durante el año, es muchísimo más que eso.

Es el lugar donde esta zaragozana lleva viviendo desde hace más de 4 años. Por entonces, le rondaba la idea a ella y a su pareja de emprender en el mundo rural, por lo que se lanzaron a contactar con el proyecto Pueblos Vivos.

Desde allí les instaron a que, como etapa intermedia, probaran llevando el multiservicios de El Grado y a que elaboraran ellos mismos un producto alimenticio, aunque lo segundo no pudieron llegar a cumplirlo. Se trataba de uno de los primeros establecimiento de este tipo que abrió en la provincia, y que llevaba cerca de una década convertido en rutina y en parte indispensable del pueblo somontanés. Por si fuera poco, el alquiler, la luz, el agua y la cuota de autónomo corrían a cargo del consistorio.

Desde que está instalada, los estantes de su pequeño establecimiento son modestos, pero, asegura, cuentan con todo lo necesario: botes de legumbres, fruta y verdura, embutidos, laterío vario, frutos secos y pan horneado todos los días.

Admite que, aunque le es imposible competir con grandes superficies a nivel de precios, su sello diferencial es el trato con los clientes entre los que destaca llevarles la compra a casa a las señoras que tienen dificultades o hacer encargos de cualquier producto que le pidan y no tenga en ese momento.

Explica que “mucha gente mayor que no tiene coche realiza aquí el 100% de su compra”, por lo que necesitarían alguna alternativa que lo supliera. Nerea relata que, antiguamente, “había un autobús que dos veces al mes recogía aquí a la gente mayor y los llevaba a Barbastro. Allí pasaban la mañana y volvían a subir”. Al no existir ya, considera este establecimiento algo “esencial” para El Grado.

Es una visión que comparten también sus vecinos. Hace unos meses tenía que renovar la concesión y explica que muchos gradenses acudían con algo de temor por si Nerea no pudiera continuar al frente. Orgullosa, reconoce que le suelen transmitir su agradecimiento y alegría porque ella esté donde está.

Un punto de encuentro muy necesario

Este multiservicios no cuenta únicamente con la pequeña tiendeta, sino que incluye también el único bar que se encuentra en el núcleo urbano: “si quieres tomarte un café o una cerveza esta es la única alternativa posible, si no ya hace falta coger el coche”, comenta Nerea.

No suele tener la cocina abierta a excepción de algunos domingos o cuando alguien le encarga una comida. Se debe a que, para ella, el bar es un punto de encuentro más que un establecimiento de restauración al uso.

Aunque esta vocación de servicio público también se traduce en organizar buenos eventos cuando toca. Así, para Nochevieja o para esta próxima noche de Halloween hay prevista una cena con su posterior baile.

Además, durante este verano decidió innovar junto a un vecino que tiene conocimientos de luces y sonido. En la amplia terraza que tiene colocaron un escenario y un espacio ‘chill out’. Donde antes solo había un puñado de mesas en las que tomar algo, este pasado verano hubo sitio para actuaciones, teatrillos o proyecciones de películas.

Fue un boom, y la terraza estaba llena todos los días”, comenta. “La gente estaba muy agradecida, y me decía que esto no lo habían visto nunca en El Grado”.

Nerea se despide, “contenta con su vida allí” junto a su niña pequeña, en un lugar en el que ella“pone sus horarios” y donde, además, su pequeña puede ir sola al colegio.