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Resurrección en día de Pasión

Huesca, una piña
El Huesca, antes de comenzar el partido.
LALIGA

CUANDO en tiempo ordinario Huesca hubiera estado en plena Procesión del Santo Entierro, se adelantó la resurrección de su equipo. De no ser porque en Valencia también tienen su Semana Santa marinera (magnífica), pensaría que el triunfo del equipo ha venido alentado, empujado, por el fervor de los fieles FSSR a los que, mientras rezaban desde sus casas a falta de actos litúrgicos, se les escapaba alguna plegaria dedicada a los de Pacheta. Bueno, en verdad es que así lo concibo. Nuestras oraciones tuvieron su respuesta.

El Huesca del viernes tiene su analogía metafórica con la procesión. Al frente, el prior de la Archicofradía que todo lo controla y todo lo regula. Pedro Mosquera al frente de las operaciones, de los ritmos, del acompasamiento entre todos los grupos.

Por detrás, estaba Andrés Fernández, que es la autoridad que sabe que, cuando la puerta de Santo Domingo es abierta, todo ha salido a la perfección. Recoge los guantes y besa las redes. El único.

Los romanos fueron nuestros defensas. Las lanzas contra el suelo, aquí no se mueve absolutamente nadie. Alguno, los pequeñitos (Galán y Maffeo) se aseguran infiltrándose la comprobación del desarrollo de los pasos.

Junto al prior de la Archicofradía, los maceros (Seoane-Ferreiro) indican el ritmo para llevar la procesión a buen término. Sus galas son más vistosas, porque en su desempeño se juega la luz y el camino.

Y arriba llegan los portadores de los pasos, los que llevan los goles hasta la gloria final. Sandro y Rafa Mir, el que en el instante fatídico, transforma el padecimiento en solaz de todos porque el Señor ha constatado que hemos entregado absolutamente todo. Y que ayer tan sólo perdimos, en el camino, el farolillo rojo de retaguardia.

Con Pacheta, que está por encima del prior obviamente, los hábitos cambian en todos. Ora son de alegres colores amarillos, azules o rojos, ora imponentes negros , ora sobrios grises y marrones (como la Cofradía de Santiago, la mía).

Con la resurrección, el Huesca aspira ya por derecho propio a eternizar su vida en Primera. l