Huesca

Coronavirus

“Es muy frustrante no poder llevar tu vida de antes, no poder trabajar”

Toni Ibor y Estela Soler relatan los 9 meses que llevan con síntomas de covid

Toni, después de salir del hospital, junto a su mujer y su hijo.
Toni, después de salir del hospital, junto a su mujer y su hijo.
S.E.

Una pareja de cuarentañeros, activos, con buen estado de salud y, sobre todo él, profesor de EducaciónFísica, deportista. Pero a finales de agosto ambos cogieron el coronavirus y desde entonces siguen afectados. Toni Ibor, de 40 años y director titular en Salesianos, y Estela Soler, de 42 y profesora en el mismo colegio, contrajeron la covid hace casi nueve meses y los síntomas que aún sufren, más él que ella, les impiden aun hoy llevar una vida normal como la que tenían antes.

Casi nueve meses después, Toni y su pareja siguen diagnosticados de covid persistente. Toni llegó a estar varios días ingresado en planta en el HospitalSan Jorge al tener muy poca saturación de oxígeno y todo apuntaba a que había dejado atrás lo peor de la covid cuando le dieron el alta, aunque todavía estuviera “muy flojo físicamente cuando volví a casa”. “Comencé la recuperación del volumen respiratorio porque se había quedado muy flojo y los primeros meses estuve de rehabilitación con máquinas que compré y con el asesoramiento de médicos”, recuerda.

Y sí, fue recuperando volumen respiratorio y “a un ritmo rápido que no se suele ver” aunque seguía haciendo una vida muy tranquila y sin esfuerzos -en vez de ir a todos los sitios andando o en bici como antes, Toni va ahora en coche porque no aguanta esos “esfuerzos”-. Aun así, “seguía cansado y con muchos dolores de cabeza, cervicales, de espalda...”. No eran los únicos síntomas que padecía, y padece, Toni, que habla sobre todo del “cansancio extremo. Ante cualquier esfuerzo mínimo, acabo reventado y me quedó dormido y con un dolor propio de un esfuerzo titánico”. Los meses fueron pasando con altibajos y llegó diciembre, cuando se encontraba “bastante bien”. “Creía que podría reincorporarme al trabajo tras Navidad y hasta me reuní con gente para preparar” el regreso al colegio, pero un par de días de mayor esfuerzo al que está habituado desde agosto le originó “una crisis de fatiga brutal y pasé un día y pico durmiendo, varios encamado y con mucho dolor.Acabé Navidad hecho una piltrafa” en lugar de estar preparándose como quería y preveía para regresar a las clases.

En febrero y marzo, el director titular y profesor de Educación Física estaba “otra vez bien, incluso hice un paseo en bici de media hora”, pero tuvo otra recaída “aunque no tan fuerte como la de Navidad”. A finales de marzo, Toni recibió la vacuna, “con la que dicen que te recuperas mejor”, pero al día y medio del pinchazo empezó a sentir “mucho dolor y debilidad. Casi tenía que andar agarrado a los muebles por casa”.

Desde noviembre “y porque veían que no me recuperaba”, Toni va a fisio de la sanidad pública, donde también le hacen muchas pruebas, “y todas salen bien”, pero el cansancio extremo y los dolores siguen allí. Confía en que los síntomas acaben desapareciendo con el tiempo y, a pesar de estos nueve meses que lleva, Toni se declara “contento” porque “mucha gente ha muerto”.

Una historia similar cuenta su pareja, Estela Soler, a la que el positivo le salió unos días más tarde que a Toni, que se aisló en una habitación nada más saber que había estado en contacto con un contacto estrecho de otro caso y que al final acabó dando positivo. “Toni ya tenía muchos síntomas y claros, y yo ninguno. Él fue cada vez a peor y no comía. Esa semana fue muy complicada”, rememora Estela sobre los días previos a que su pareja fuera hospitalizado. Ella se quedó en casa con Luca, el hijo de ambos, de 3 años y medio -que afortunadamente no ha dado positivo, aunque su madre cree por lógica que sí ha tenido covid-, y esos días fueron cuando se empezaron a manifestar sus primeros síntomas: mucha congestión nasal, la pérdida del olfato y el gusto y, al principio, también mucho dolor de cabeza. Toni salió poco después del hospital y regresó a casa, donde los tres celebraron a los dos días el cumpleaños de Estela, un momento “muy bonito” tras el susto que se habían llevado.

Con Toni fuera del hospital, se suponía que lo peor había pasado, pero Estela también sigue teniendo síntomas a día de hoy. En su caso, son también fatiga extrema, arritmias y la sensación de falta de aire al andar y presión en los pulmones: “Ando desde el centro, donde vivimos, hasta Salesianos para llevar a mi hijo al colegio y me quedo sin aire”. Ambos agradecen mucho la profesionalidad, comprensión y empatía de los sanitarios que les tratan, y confían en que la estadística esté a su lado y al final se recuperen, pero, advierte Estela, “al final son estadísticas y no hay nada probado”. “Ahora, de repente, llevamos una vida sedentaria total. Es un poco frustrante no poder llevar tu vida de antes, no poder trabajar... Yo por las mañanas hago formación en el ordenador porque si no entraría en depresión. No estoy acostumbrada a no hacer nada”, relata Estela. Ambos tienen palabras de agradecimiento para los vecinos, compañeros y amigos que se han preocupado por ellos en todo momento, incluso “bajando la basura”.

La crianza del hijo, por turnos

Toni y Estela tienen un hijo pequeño de 3 años y medio, Luca, y con su actual estado de salud a veces se hace cuesta arriba. “Los ratos en los que está muy activo son difíciles. Es muy complicado si nos coge a los dos estando muy flojos”, lamenta Estela. Los dos se ayudan mutuamente y si uno de ellos está especialmente tocado, el otro “hace el turno”. Pese a su corta edad, el pequeño ya intuye algo y “a veces pregunta por qué estamos tanto en la cama y le contestamos que estamos enfermos, pero vamos haciendo cosas. Por ejemplo, lo llevo a la piscina aunque no hagamos nada”. Eso sí, el viaje hasta la piscina es, a diferencia de antes, en coche.