Huesca

coronavirus

“Siento una fatiga brutal que me hace quedar en cama”

Ana, barbastrense de 43 años, padece de febrícula constante seis meses después del diagnóstico

Los españoles acusan ya la fatiga pandémica, sobre todo los jóvenes
Los españoles acusan ya la fatiga pandémica, sobre todo los jóvenes
S.E.

En plena peor ola de covid en la provincia, Ana, una barbastrense de 43 años con 3 hijos de 12, 10 y 5 años, contrajo el coronavirus. El 5 de noviembre dio positivo en la prueba y aunque nunca llegó a estar ingresada, sí que fue a Urgencias por dificultad al respirar y fatiga como principales molestias.

Más de medio año después de su contagio -“seis meses y once días”, precisa durante la entrevista-, Ana explica su actual estado de salud comparándolo con “un móvil al que se le acaba toda la batería. No he dejado de tener febrícula, como mucho cuatro días; estoy mucho en cama y con un cansancio que no se explica”.

Sus síntomas principales son esa febrícula que no pasa de los 37,5, una “fatiga brutal que me hace quedar en cama” y una “disnea como cuando llegas a la meta de una carrera” pero con la diferencia de que Ana no ha hecho esfuerzo y eso que nada le gustaría más que ser capaz de hacerlo. Un ejemplo: “Tengo mucha debilidad en brazos y piernas, y quitar un plato del lavavajillas es como si quitara una piedra de 30 kilos”. Otros síntomas son las parentesias (parálisis) en la cara o las bajadas de tensión y mareos provocados por la disnea.

En el último mes y medio, esta barbastrense ha mejorado porque antes “no podía ni tener una conversación normal. Me ahogaba”. De ser una persona “muy activa, a las 6 en pie, a trabajar a Huesca y tener 3 hijos y no parar nunca”, Ana ahora se siente como “una octogenaria” y lleva desde noviembre de baja laboral. “El día que mejor estoy, estoy al 65 % de lo que era”. “Mi vida se ha parado. Antes trabajaba, estudiaba, estaba con mis hijos, hacía deporte... Era bastante activa, pero ahora no puedo”, relata.

A diferencia de lo que ocurre en Zaragoza, Ana sí tiene una atención específica en el Hospital de Barbastro donde va a rehabilitación respiratoria, por ejemplo. “Me va muy bien”. De hecho, está “encantada” con los sanitarios, que la “miman mucho”.

También el apoyo familiar, laboral y de amigos está siendo clave. “Si no, es para hundirse”, declara Ana, quien apunta que entrar enLong Covid Aragón y encontrar a otras personas en su situación le hizo mucho bien: “Vi que no estaba sola”.

Catorce meses

Delphine Crespo, coordinadora de prensa de Long Covid Aragón y residente en Zaragoza, se contagió en la primera ola, en marzo del año pasado, y lleva 14 meses lidiando con la covid persistente. Aconseja a todos los que la sufren a contactar con la entidad (covidpersistentearagon@gmail.com) para encontrar otras personas en la misma situación y para presionar a las Administraciones a buscar tratamiento y para crear unidades específicas. De 47 años, Delphine pasó tres días hospitalizada aunque no llegó a desarrollar neumonía. Pasó dos meses aislada hasta que las pruebas por fin dieron negativo, perdiendo mucha masa muscular, con placas y ronchas de cintura para abajo, totalmente afónica, con trastornos gástricos, taquicardias e insomnio, entre otros síntomas. Hoy, más de un año después, los más persistentes son la tos, la disnea, la fatiga “extrema”, la afonía y los dolores musculares y articulares.

“No sabemos cómo nos vamos a levantar, si mejor o peor, y tampoco cuándo llegará el tratamiento, si es que llega”.

“Antes caminaba a gran velocidad y ahora es imposible. Es quizá (el cansancio extremo) lo que más me incapacita para poder llevar una vida normal”. “El agotamiento es como si el cuerpo estuviera luchando contra algo, como si estuvieras incubando algo todos los días”, señala Delphine, que sigue trabajando en oficina, pero cuando acaba su jornada, se tiene que meter a la cama varias horas para descansar. “No sabemos cómo nos vamos a levantar hoy, si mejor o peor, y tampoco sabemos cuándo llegará el tratamiento, si es que llega”, apunta Delphine.