Huesca

SITUACIÓN LABORAL

“El trabajo ya no necesariamente garantiza la inclusión social”

Cáritas apunta a unas condiciones que muchas veces “no son dignas o decentes”

Foto de archivo de donaciones a Cáritas.
Foto de archivo de donaciones a Cáritas.
S.E.

Un tercio de los pobres españoles trabaja. Este dato está recogido en un informe reciente de EAPN-España (Alianza Europea contra la Pobreza) y “el trabajo no necesariamente garantiza la inclusión social”, advierte Luis Rodríguez, coordinador de Acción Comunitaria de Cáritas Huesca, quien señala que los sectores donde más se da esta realidad de trabajadores pobres son hostelería y trabajo doméstico.

La razón es que “muchas veces las condiciones de trabajo no son necesariamente dignas o decentes”, profundiza, apuntando hacia la temporalidad, la parcialidad o los bajos salarios.

Asegura que decisiones políticas como subir el salario mínimo o fomentar la contratación indefinida “son positivas pero claramente insuficientes”.

Dentro del trabajo formal -es decir, con contrato legal-, afirma que “el salario mínimo, aunque haya subido más de un 50 %, no da para la cesta de la vida, no garantiza poder cubrir todas las necesidades”.

Y esto se agrava -“no por voluntad” del trabajador, precisa- por la parcialidad o la temporalidad, que causan que “los ingresos se resientan”.

“Y estas realidades -concluye sobre el trabajo formal-, por desgracia, se detectan cada vez más”.

Compartir habitaciones en pisos de hasta 10 personas

Y entrando en el trabajo informal, señala que la situación es mucho peor entre quienes no están en cauces legales de empleo.

Aquí abundan personas que podían ser “profesionales liberales en sus países de origen, incluso de clase media-alta”, y que al llegar a Europa encuentran trabajos informales, muy mal pagados y muy precarizados.

Estas personas se enfrentan, además, a otro gran obstáculo: la vivienda. “Se pagan 350-400 euros por una habitación en un piso de 4 habitaciones. ¡Lo que se saca el explotador! Es un abuso contra personas en una desprotección brutal”, dice sobre casos ocurridos en Huesca.

Otra realidad es el realquiler de habitaciones, “una explotación y abuso tal que escapa de los canales oficiales” de control y que lleva a gente “compartiendo habitaciones alquiladas en pisos de 10 personas”.