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Gonzalo Sanz: “Además de recuperar la barbería, es vital que los jóvenes nos quedemos”

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Gonzalo Sanz, sentado en el clásico sillón de barbero de su abuelo y ante el espejo en el que se miraron sus clientes.
Gonzalo Sanz, sentado en el clásico sillón de barbero de su abuelo y ante el espejo en el que se miraron sus clientes.
Á.H.

El servicio de barbería se ha recuperado en Campo después de 21 años gracias a la iniciativa de Gonzalo Sanz, nieto de José Sesé, que fue el último barbero que hubo en el pueblo y sus alrededores hasta que se jubiló del oficio para dedicarse a la artesanía. En el mismo espacio donde Gonzalo ha abierto Barbería El Cantón, en el número 43 de la calle donde vive la familia. Un diploma acredita que ha participado con 200 horas en el Curso de Técnicas de Barbería, Cortes y Afeitados impartido por el formador Miguel Pinilla, en Zaragoza.

El diploma acreditativo está junto a la página enmarcada con la última entrevista a su abuelo José publicada en la sección Gente de Aquí, en el suplemento dominical de DIARIO DEL ALTOARAGON. En la distancia del tiempo, el periodista recoge, también, las primeras impresiones de Gonzalo, que ha recuperado el oficio después de dos décadas. En el interior se conserva el clásico sillón de barbero donde se sentaron los clientes y el mismo espejo en el que se miraron mientras les cortaba el pelo José Sesé, natural del Valle de Bardají, de Casa Pablo, de donde salió para casarse con Inés Fierro.

La familia ha vivido siempre en Campo, allí siguen Maribel y su marido José Luis que, sin dejar el oficio de herrero, fue alcalde del pueblo entre los años 1983-1991 hasta que le sucedió el actual, Eusebio Echart, por ahora el más longevo como edil. El espacio interior de la barbería se ha adaptado a tiempos modernos -es normal- pero conserva la esencia tradicional de alguna pieza que hizo el abuelo paterno, Antonio Sanz “ferrero de Campo”, y cómo era la barbería antigua en la reproducción en madera, en miniatura, en la que se entretuvo José Sesé en sus ratos libres.

Gonzalo tiene 21 años y está entre los jóvenes emprendedores que han apostado por quedarse en el pueblo. “La idea de abrir la barbería surgió de manera espontánea en las piscinas, el verano pasado. Los amigos me animaron a dar el paso y en octubre inicié el curso de cuatro meses de duración, en Zaragoza. Hace quince días que he abierto, de nuevo, la puerta que cerró mi abuelo por jubilación. La reforma ha sido necesaria pero todo queda en casa”.

"Los jóvenes tenemos que levantar los pueblos como sea, por lo menos intentarlo"

Recuerda las emociones del abuelo, “cuando decidió el cierre lo pasó muy mal, lloraba y en muchas ocasiones lo hizo delante de mí que, por aquellos años, no imaginaba que abriría las puertas de nuevo. Además de recuperar un servicio en el pueblo y en la zona, creo que es importante quedarnos a vivir aquí porque los jóvenes tenemos que levantar los pueblos como sea, por lo menos intentarlo. Ahora se ve más juventud y es buena señal”.

En principio, “he encontrado en la barbería una oportunidad adecuada para vivir en el pueblo y compaginarlo con otras actividades como el kayak y rafting en verano y el esquí en invierno como profesor. Hasta ahora, la respuesta de la gente ha sido muy buena, casi increíble, no me puedo quejar aunque soy consciente de que todos los días no será igual. Mi abuela Inés me lo dice de vez en cuando porque pasó por esa situación, aunque los tiempos son diferentes”.

“Atiendo a jóvenes y a clientes que tuvo mi abuelo”

En clave de confianza dice que: “Tengo clientela joven pero los que tienen más años se fían. A alguno le cuesta un poco y sin que sean remisos vienen por la barbería. La confianza se gana con el tiempo, eso ya lo sé porque es normal en oficios como éste. Clientes que tuvo mi abuelo ahora se sientan en el mismo sillón y ante el espejo donde se miraron mientras les cortaban el pelo. Me cuentan muchas cosas de aquella etapa”.

Una de las virtudes del oficio es la paciencia y saber escuchar al cliente. Tal vez no se aprenda entre las asignaturas de la Academia pero Gonzalo ha asimilado ambos conceptos. “Por ahora, hago los servicios habituales de corte de pelo, arreglo de barba y el ritual de afeitado, de cabeza y barba, con navaja y toallas. Casi todos los vecinos de los pueblos del Valle vienen a Campo, es cuestión de tiempo pero no me quejo de la aceptación que ha tenido”.

Nieto de barbero y de herrero, “en el verano trabajé en la herrería pero no me iba tanto como la barbería ahora, he abierto con criterios de continuidad. De momento, de lunes a sábado a media jornada y algunos días por la mañana. Mis padres han ayudado con recursos propios para la rehabilitación de la barbería porque estaba, exactamente, igual que la dejó mi abuelo. Las mujeres del pueblo dicen que me anime con la peluquería para ellas pero, de momento, no me atrevo. Tal vez, más adelante. Además, prefiero que me llamen barbero que peluquero”.