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Acaban los peajes en la AP-2 tras décadas de concesiones

Los alcaldes de los municipios oscenses celebran la medida para acabar con los siniestros en la N-II, pese a ser partidarios de desdoblar esta vía

El fin de los peajes espera descongestionar el tráfico en la N-II.
El fin de los peajes espera descongestionar el tráfico en la N-II.
Pablo Segura

Las barreras de la autopista Zaragoza-Mediterráneo han permitido (o impedido) este martes el acceso de los vehículos por última vez a la AP-2. Tras 44 años de concesiones, desde esta medianoche es gratis circular por esta carretera, un hecho histórico con el que se procura descongestionar el tráfico en la N-II y poner fin a los trágicos accidentes en esa vía.

Esta medida ha sido recibida con satisfacción por los alcaldes de los municipios altoaragoneses por los que transcurre la vía ya que supondrá , aunque reconocen que será “un hachazo” para las arcas públicas.

Desde el año 2017, la empresa concesionaria -en este caso Acesa, filial de Abertis- debe abonar el total del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) de características especiales por la autopista, ya que hasta ese año la empresa gozaba de una bonificación por la que solo pagaba el 5%. Por ello, desde que venció la rebaja, la empresa paga alrededor de un millón de euros al año entre los consistorios de Fraga, Candasnos, Peñalba y Torrente de Cinca. Ahora, al pasar la AP-2 a manos del Estado, estos municipios dejarán de cobrar esta importante tasa.

“Todo lo que sea para salvar vidas es bienvenido, pero quizás no sea la solución”, valoró el alcalde de Peñalba, Roberto Saurat, quien reconoce que el pueblo dejará de percibir al año 234.000 euros de Impuesto sobre Bienes Inmuebles, sobre un 25% de su presupuesto.

La misma perspectiva tiene Carmen Costa, primera edil de la capital bajocinqueña, quien señala que “la vida y la seguridad de las personas está por encima de todo tema económico”. Pero matiza que “lo ideal hubiera sido la creación de una autovía, como el resto de tramo, y tener vías seguras y diferentes opciones de viaje”. En el caso de Fraga, la ciudad dejará de ingresar “más de 300.000 euros” anuales.

Cifras similares son las que dejará de abonar Acesa en Candasnos -”pasa de los 300.000 euros”-, según su alcalde, Miguel Antín. “Es mucho dinero para un pueblo pequeño, pero una vida humana de un vecino de mi pueblo vale mucho más que el dinero que se cobra de IBI en Candasnos”, comenta Antín.

El IBI de autopistas deja alrededor de 190.000 euros en Torrente de Cinca. “Como Ayuntamiento no podemos ver bien la liberalización porque perderemos unos ingresos muy importantes para un pueblo pequeño”, lamenta Evaristo Cabistany, alcalde del municipio, aunque, al igual que sus homólogos, valora la importancia del fin de las tragedias en la N-II.

Por su parte, Miguel Ángel Bernal, delegado en Aragón de la plataforma Stop Accidentes, opina que “ya era hora” de que tuviera lugar la liberalización. A pesar de ello, exige “que no se pare todo aquí” y no cree que sea “la solución definitiva” a los accidentes.

Una de las preocupaciones de Bernal es que “10.000 vehículos que pasaban por la nacional se van a meter por la autopista, con las casetas del peaje puestas; eso va a generar un cuello de botella tremendo”.

Desdoblamiento de la N-II

“Si todo esto vale para que la gente deje de matarse en este tramo, lo firmo, pero creo que la solución era desdoblar”, critica el alcalde de Peñalba. Saurat también lamenta que “quizás ahora no tengamos ninguna vía rápida y tengamos dos lentas, porque por la nacional no puedes correr lo mismo que por la autopista, y en la autopista no te podrás meter porque estará llena de camiones. Es decir, antes teníamos una vía rápida y ahora tendremos dos lentas”.

En la misma dirección iban las palabras del delegado de Stop Accidentes en Aragón, quien, pese a celebrar la liberalización porque así bajará la tasa de siniestralidad en esta vía, piensa que “la solución es hacer el desdoblamiento y unos buenos accesos desde la autopista actual a la N-II para estos pueblos afectados, porque no te puedes incorporar a la autopista desde un pueblo de estos y tienes que andar 20 kilómetros por la N-II, con lo cual, estamos consiguiendo muy poco”. Además, Bernal pidió “unas salidas y unas entradas a los pueblos, a los restaurantes y a las áreas de descanso porque todo esto les va a afectar a los pueblos”.

Establecimientos afectados

Además de las arcas municipales, la liberalización repercutirá negativamente en los establecimientos de los pueblos que están a pie de carretera. Peñalba y Candasnos son los municipios oscenses más afectados, y en ambos existen bares y hostales en los que los camioneros conforman la mayor parte de la clientela.

“El 80% de nuestra facturación proviene del transporte. Vamos a probar y vamos a ver qué pasa, pero de momento lo vemos crudo”, explica Sergio Lacasa, propietario del restaurante La Ruta, ubicado en la localidad monegrina de Peñalba.

Sergio argumenta que “la única esperanza” que tienen es que “los camioneros necesitan comer y dormir, y las autopistas no tienen áreas de servicio que se dediquen a los transportistas con grandes espacios para aparcar”.

No obstante, adelanta que “la mayoría de mis clientes van a coger la autopista, porque sus empresas les obligan a coger la autopista”.

“Esperamos que la facturación baje en picado”, comenta el dueño del área de servicio que cuenta con una plantilla de nueve empleados, lamentando que esta liberación llegue tras el confinamiento: “Que después de lo que hemos pasado, caiga esto, la vaerdad es que no cae muy bien”.

Por su parte, desde el área de servicio La Cruzanzana, en Candasnos, Martí Argudo adelanta que la empresa de la que es gerente tiene preparado “un cambio total” del negocio para sobrevivir. El establecimiento, dedicado a la restauración y el hospedaje, con 20 trabajadores en plantilla, cambiará sus servicios dedicados a la gente de paso por “un negocio más rústico, más familiar, de fin de semana, con animales, actividades del desierto, y todo este tema”.