Cultura

PERIFERIAS 2021

Luis Lles: “Programar Periferias durante estos últimos 20 años ha sido una suerte enorme”

El director y cocreador del festival se despide de su cargo con la edición Fronteras

Luis Lles
Luis Lles
Carlota Peña

En el año 2000, Luis Lles creó junto a Juanjo Javierre el festival oscense Periferias, una idea transgresora, diferente y brillante que, aunque a muchos les debió parecer una locura transitoria, hoy cumple 21 ediciones gozando de buena salud y un gran nombre a nivel nacional.

“Programar durante todos estos años un festival tan creativo y exigente ha sido una suerte enorme (y un quebradero de cabeza), que nos ha permitido explorar los confines y las periferias de la cultura, que es, en mi opinión, donde se produce la creatividad más gratificante y donde surge la imaginación más fecunda”, asegura Luis Lles Yebra (Huesca, 1957), que con la edición Fronteras, que se inaugura este jueves por la tarde, dice adiós a su encomiable labor como director de esta cita temática.

En las últimas dos décadas, el prestigio de Periferias “no ha dejado de crecer” y “ha puesto a Huesca en el mapa de la cultura contemporánea, lo que es casi un milagro para una ciudad tan pequeña”, valora.

Las claves han sido unas apuestas novedosas y rompedoras que han conjugado lo local con lo universal, adelantando en muchas ocasiones las tendencias que estaban por llegar.

“El momento más álgido se produjo en 2005 con la edición Agit Prop, por la que desfilaron Enrique Morente, Paco Ibáñez, Antony & the Johnsons, Mark Stewart, Leo Bassi, Mike Watt, Pascal Comelade o el tributo a Robert Wyatt, entre otros”, dice Lles, satisfecho con su legado.

Aunque ya está jubilado, el extécnico de Cultura del Ayuntamiento de Huesca confiesa que seguirá viviendo Periferias “con nervios y tensión”. Además, el oscense espera que la cita prosiga sin él, porque “hay temas para muchos años más”.

Periferias inaugura este jueves su vigésimo primera edición, la última con usted al frente. ¿Cómo ha afrontado la programación de las actividades en estos tiempos tan complicados?

—Lo cierto es que empezamos a trabajar en esta edición antes de que nos sorprendiera la pandemia. Teníamos ya decidido el tema de 2020, Fronteras, que ha terminado siendo premonitorio, ya que después de un tiempo en que casi nos habíamos olvidado de ellas, las fronteras han vuelto a ser un elemento determinante en nuestras vidas. Un tema que, en definitiva, está de plena actualidad y que es muy relevante en el universo cultural. Antes de jubilarme en diciembre, dejé ya prácticamente perfilada toda la programación de esta edición, que se ha retrasado finalmente a este mes de mayo. Y, precisamente, la problemática de las fronteras ha sido el principal obstáculo porque ha resultado muy difícil conseguir propuestas internacionales dada la situación tan inestable que vivimos en estos momentos. Se han tenido que hacer muchos cambios de última hora.

¿Cómo va a vivir esta edición tan especial?

—Aunque en esta ocasión ya no voy a tener la presión y la responsabilidad de las anteriores ediciones, me temo que voy a seguir viviendo Periferias con nervios y con tensión, deseando que todo salga bien, que el público responda y que gusten las propuestas. Eso sí, espero disfrutar mucho más que otros años porque esta vez no voy a tener que estar pendiente de todo. Espero que sea una edición inolvidable.

¿Cómo ha evolucionado el festival desde el año 2000 hasta hoy y cuáles han sido sus momentos más álgidos?

—A pesar de que con el paso de los años y las sucesivas crisis el presupuesto ha ido menguando, lo cierto es que su prestigio no ha dejado de crecer. No hay que olvidar que el Observatorio de la Cultura, cuyo análisis anual es considerado el equivalente a los Oscar de la Cultura en España, ha proclamado al festival Periferias como el evento cultural más relevante de Aragón en los dos últimos años previos a la pandemia. Hoy en día es un festival de referencia, que ha puesto a Huesca en el mapa de la cultura contemporánea, lo que es casi un milagro para una ciudad tan pequeña. Sin ninguna duda, el momento más álgido del festival se produjo en 2005 con la edición Agit Prop, por la que desfilaron Enrique Morente, Paco Ibáñez, Antony & the Johnsons, Mark Stewart, Leo Bassi, Mike Watt, Pascal Comelade o el tributo a Robert Wyatt, entre otros. Fue un hito absolutamente mágico.

¿Esperaba que esta idea tan loca, diferente y maravillosa aguantara tantos años en la agenda cultural de los oscenses?

—No, en absoluto. Cuando empezamos a gestar la idea en 1999 con Juanjo Javierre no nos imaginábamos que una idea tan avanzada y atrevida pudiera llegar a calar así en nuestra ciudad. Y desde aquí quiero mostrar mi gratitud a Fernando Elboj, alcalde por entonces de la capital oscense, que confió en la propuesta y la apoyó firmemente. Con los años, Periferias se ha ido asentando tanto en la vida cultural de la ciudad que ha pasado de ser considerado casi un cuerpo extraño a convertirse en un evento esperado con muchas ganas. Javier Aquilué dijo una vez algo que me encanta: comentó que para muchos, el festival Periferias es como el San Lorenzo del mundo de la cultura. Creo que el secreto reside en que siempre hemos dado tanta importancia a la escena de creadores locales, a los que hemos apoyado mucho, como al descubrimiento de artistas internacionales.

El festival ha reflexionado sobre conceptos tan interesantes como la negritud, el fake, el horror, el género y, en esta ocasión, las fronteras. ¿Qué temas se han quedado en el tintero y que ojalá se aborden en el futuro?

—Aunque ya hemos abordado veinte conceptos distintos a lo largo de estos años, hay todavía muchísimos temas por tratar y desarrollar: la gastronomía, el sexo, la muerte, la voz humana, el vacío, el viaje, la espiritualidad,… Creo que hay temas para muchos años más.

¿Decir adiós a Periferias supone una despedida agridulce para usted?

—Bueno, el haber podido programar junto a Juanjo Javierre y a Orencio Boix durante todos estos años un festival tan creativo y exigente como Periferias ha sido una suerte enorme (y un quebradero de cabeza), que nos ha permitido explorar los confines y las periferias de la cultura, que es, en mi opinión, donde se produce la creatividad más gratificante y donde surge la imaginación más fecunda. Así que mi despedida no puede ser más satisfactoria. Espero que alguien tome el relevo y, se llame o no Periferias, que siga habiendo en Huesca una cita anual con la cultura contemporánea más creativa y avanzada.

¿Qué tal estos primeros meses de jubilación? ¿Se vive tan bien como dicen?

—Muy bien. Solo el hecho de despertarse por la mañana sin tener que pensar en los asuntos y marrones por resolver y sin la presión de la responsabilidad laboral, ya es un regalo absoluto. El único pero es que, tal como ya me habían advertido, no tengo tiempo de hacer el montón de cosas que me había propuesto realizar cuando me jubilara. En fin…