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COLABORAn: DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA Y CAJA RURAL DE ARAGÓN

Federico Fillat: “Hay que reconstruir la vida en los pueblos: paisaje y población rural son sinónimos”

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Federico Fillat
Federico Fillat
Ricardo Grasa

Federico Fillat, Investigador sobre la ganadería extensiva y la preservación del paisaje, que ha trabajado durante décadas en el Instituto Pirenaico de Ecología de Jaca (IPE-CSIC), ha sido distinguido con el XXIV Galardón Félix de Azara, máximo reconocimiento que otorga la Diputación Provincial de Huesca, por ser una de las figuras clave en la difusión y preservación del medio natural. Desde los años 60, ha investigado la ganadería extensiva y un modo de vida en riesgo de desaparición. Para Fillat, que se crió en las montañas de Pont de Suert y que no entiende de fronteras por su trabajo con Francia y Europa, ganadería extensiva, conservación del paisaje y población rural están absolutamente relacionadas. Este doctor en Ingeniería Agrónoma trabajó en el Instituto Pirenaico de Ecología de Jaca desde 1986 hasta su jubilación en 2013, siempre pegado al territorio. Ahora, no se ha retirado y sigue aportando ideas en la Mesa Pirenaica de Gestión de Territorio o en la Escuela de Pastores de San Juan de Plan.

¿Cómo afecta la despoblación al paisaje?

—Si nos centramos en los parques nacionales y naturales, todo lo que se valora como natural a proteger viene de un paisaje explotado casi desde la prehistoria, con lo cual, si dejas de hacerlo, cambia. En nuestra zona, los pastos de altura de verano, si no los pastas, invade el matorral y detrás el bosque, por lo que tendríamos que empezar a colonizar el paisaje como se ha hecho durante siglos.

Ordesa lleva más de 100 años protegido pero, ¿no es igual?

—No, porque lo que hay ahora es producto de las intervenciones humanas. Si había casi 40.000 ovejas en el actual parque de Ordesa, todas con sus pastores, distribuidas en rebaños pequeños en todo el territorio, lo controlaban estupendamente. Ahora, si crece mucho el bosque sin que haya nadie viviendo cerca, solo con servicios de extinción de incendios vamos mal. Hay que hacer una actuación preventiva porque si no la madera o se pudre o se quema.

Creemos que son paisajes vírgenes y lo ideal es que siguieran humanizados.

—Exactamente. Son paisajes totalmente humanizados. El origen de Aragón empieza en las montañas y va ampliando terreno hasta el límite con Levante, por lo que el territorio lo ha ido cultivando hasta el mar.

Al haber menos aprovechamiento de pastos en Ordesa, ¿se pierde diversidad natural?

—Eso por un lado, y por otro, esa gestión del ganado la hacían pastores que vivían en unos pueblos donde había comerciantes, todo tipo de actividad, y eso es lo que en realidad hay que reconstruir de alguna manera, paisaje y recuperación de población rural son sinónimos.

¿Cómo se puede hacer?

—Repito mucho que lo primero es que los que están en la montaña se crean que se puede hacer. Nos han ido explicando que la ganadería tenía que ser cada vez más intensiva, pero para que vuelva a la montaña, si es muy intensiva le cuesta moverse, es lo que pasaba con las vacas frisonas de leche: las traes de Holanda y las colocas en una pendiente, pues no funciona.

“Lo primero es que los que están en la montaña se lo crean”

Defiende las razas autóctonas.

—Sí, esa es la idea. Pensando en la despoblación, también estaban los perros que ayudaban al control del ganado. Los hemos perdido y al final tenemos que comprar los collies en Escocia.

El can de chira, por ejemplo.

—Exactamente. Han tenido que pasar casi 40 años para que nos demos cuenta de que lo que están haciendo los escoceses con sus collies, lo podíamos hacer nosotros con nuestra raza. Los escoceses son capaces de vender a los suizos sus vacas de pelo muy largo, casi como bisontes, para sitios malos. Si tienes una raza adaptada a tus montañas, es más fácil recuperar esos paisajes y controlar la relación entre hierba, matorral y árbol.

Hacen falta ganaderos en el monte y en el pueblo.

—La hierba produce mucho si la comes. Un paisaje diverso tiene sus zonas muy productivas y otras junto a pendientes donde hay especies muy valiosas en cuanto a su diversidad, pero los animales no van a ir a comerla, porque están en sitios difíciles. Por tanto, el que haya animales pastoreando nunca va en contra del mantenimiento de esa diversidad, son dos cosas que se complementan.

¿No hay cuadrilla mejor?

—Hay que complementar las dos cosas. Las brigadas de prevención llevan años funcionando eficazmente, pero hay que complementarlas. Suelen tener un problema de contratos, que no trabajan todos los meses, y en pleno invierno se podrían hacer controles en zonas bajas de la montaña y preparar los paisajes de prevención de incendios para primavera y verano. Por otro lado, si no fomentamos la profesión del pastor... Hay que ponerla al día, saber valorarla y organizar la actividad pastoral como era en el pasado. Las escuelas de FP de pastores tienen un porvenir clarísimo.

Como la de San Juan de Plan.

—El Ayuntamiento se lo ha tomado muy en serio y su alcalde, Roberto Serrano, lo lleva muy bien y sabe conjugar las tradiciones pastoriles con la enseñanza profesional reglada, porque si no es así... Precisamente tuvimos un proyecto Interreg con la Escuela de Pastores de Oloron. Ahora queremos trasladarlo a la enseñanza, porque en el pasado no fue posible. Vamos a probarlo otra vez a ver si lo conseguimos.

“La FP de pastores tiene porvenir”

Fue pionero en investigar nuevas formas de ganadería extensiva en los años 60 y comparó Ansó, Hecho, Benasque. ¿Cómo se tendría que trabajar ahora?

—El primer inconveniente que te cuenta un ganadero son las 24 horas del día y los siete días de la semana. Los que han compaginado animales con el mundo rural han conseguido irse de vacaciones cuando no hay ni demanda turística ni tanta necesidad de cuidar los animales. Si pasamos ese esquema estacional a casi semanal, podríamos tener un turno de pastores que ayudara los fines de semana. Descansar dos días a la semana a cualquier ganadero joven le da impulso para que el lunes pueda seguir trabajando como cualquier operario de industria. En Bretaña, en 1976, las vacas tenían un número en el muslo y el ganadero me dijo que era para los ordeñadores de los fines de semana, para darles indicaciones con un listado. Casi 50 años después, sería fácil copiar.

Por contra, crece la intensiva.

—Sí, pero hay que buscar un producto de calidad y que el extra de horas se pague de otra manera, como un servicio que hace la ganadería al resto por la prevención de incendios. Se paga a una brigada para que desbroce, pero al ganadero que sube a la montaña se le cobra por el pasto, pero no le tienes en cuenta que controlando esa hierba que puede secarse y quemarse hace un servicio.

Contratos por servicio ambiental, que ya se han pedido.

—La idea es que la conservación de la naturaleza y toda la legislación europea de la Red Natura 2000 parte de protección, pero siempre la ligaban a la producción. No puedes conservar algo que no sea rentable. Cuando alguien quería mantener una charla en su finca porque criaban libélulas y mariposas en lugar de labrarla, no se le compensaba la falta de superficie. Pero cuando pasas ese modelo a la UE se crea una legislación que es muy difícil. Hay que volver al inicio de la idea escocesa de que todo tiene que ser rentable y ahí encaja lo que decía de los collies o las vacas escocesas.

¿Es cuestión de política y leyes que vuelva a haber gente y ganadería en los pueblos?

—Sobre todo, que esa legislación tenga una base real, que no se copie por copiar, sino que se coteje que lo que estás protegiendo a la vez es rentable. Mantener unos pastos abiertos y productivos con un poco de calidad, Km 0... estás ahorrando cantidad de otras inversiones.

Defensor de razas, productos de origen, sellos de calidad, Km 0... ¿motor de cambio?

—Si todo eso lo haces funcionar, ya tienes el problema de la despoblación rural resuelto, porque en cualquier comarca puede haber, con nuevas tecnologías, un especialista en ayudar a comercializar los productos por internet. Aportas calidad y ahorras distribución. Mira lo que hemos visto en el canal de Suez. El Km 0 es un modelo de desarrollo sostenible que va a suponer menor contaminación.

Apuesta por la recuperación de la vida rural, pero con el éxodo rural de una generación a otra ha habido una ruptura.

—Nuestro desarrollo de ciudad lo hemos hecho casi 100 años después que Los Alpes. Tener una casa en un pueblo con un hogar para calentarte la cara y tener la espalda fría, te obligaba a buscar un sitio en las ciudades en pisos de 70 metros, de forma que rompimos la vida rural y pasamos a un cuarto con televisión y es lo que hay que remediar. Pero un francés no lo tuvo que hacer tan de golpe y en el valle de Aspe tienen la cultura del huerto. Hemos perdido el equilibrio entre ciudad y campo.

“Rompimos la vida rural y pasamos a un cuarto con televisor y esto es lo que hay que remediar”

Pero no hace falta solo una vuelta si no una conexión con la naturaleza, ¿entonces?

—No se trata solo de ser agricultor o ganadero, sino de acoger gente capaz de crear el ambiente de un pueblo, con el comerciante, el transportista... Si colocas una urbanización vuelves a los mismo, a un piso con una televisión. Tiene que ser real y si organizas un país así, todo funcionará. Con caminos que no sean un circuito señalizado, sino que vayan de un pueblo a otro, transportas ideas. La idea del Camino de Santiago, pero a pequeña distancia. 

“Sin una masa crítica mínima, no haremos nada, pero en cada pueblo ya hay emprendedores”

El Galardón Félix de Azara es un reconocimiento a toda una carrera de investigación, ¿cómo lo recibirá?

—Ya se lo dije a los responsables de la Diputación, que me ha hecho mucha ilusión. Pero hay detrás mucha gente que me ha ido motivando y ayudando para desarrollar estas ideas. Sobre todo hay que creérselas y tener una red de gente conectada que haga fuerza. Si no hay una masa crítica mínima, no haremos nada y es lo que hay que mantener. En cada pueblo ya existen cantidad de emprendedores y solo hace falta saber qué problemas tienen para mantenerse, aumentar y crear puestos de trabajo. Si les ayudas, tienes solucionada la despoblación porque están acostumbrados a vivir allí.

Investiga sobre la ganadería extensiva desde los 60. ¿Por qué se fijó en el medio rural en pleno éxodo? A contracorriente.

—Porque lo otro no me lo creía. Como había vivido en la montaña (Pont de Suert), no solo me imaginaba grandes superficies y, si todo es pequeño, hay que tratar cada pieza de la forma adecuada. Cuando fui a la Escuela de Agrónomos en Madrid, nos juntábamos con gente de Galicia, Asturias, Andalucía, Extremadura... y entonces lo que se explicaba era copiar la ganadería intensiva. Ibas a la embajada americana y te daban fotos de las cosechadoras por el Oeste. Pero, ¿dónde están estas extensiones aquí? Si no existen, no me puedo montar en el carro de esa cosechadora. Lo que me ha llevado tiempo es crear la masa crítica.

¿Algo está cambiando?

—Completamente, pero son los menos visibles porque, si se dedican a su actividad, no pierden tiempo en explicarlo. Los emprendedores que hay son buenísimos, han pasado tantas dificultades que son capaces de asimilar cualquier cambio.