Monegros

UN AÑO DE LA COVID 19

La solidaridad emergió en los Monegros en los días más oscuros de la covid

Residencias y voluntarios recuerdan la primera ola de coronavirus en la comarca

Trabajadores de la Residencia Monegros de Grañén que se confinaron un mes.
Trabajadores de la Residencia de Sariiñena.
S.E.

No hay sombra de duda de que esta pandemia es un tsunami que marca un antes y un después en nuestras vidas; desde hace un año el SARS-CoV-2 nos ha permitido comprobar, por un lado, la gran calidad profesional y humana del personal sanitario, la solidaridad entre vecinos, en colectivos tan imprescindibles como Cruz Roja o Protección Civil, la valentía y dedicación de los equipos de las residencias que, en circunstancias muy tensas y complejas, han sido un ejemplo para la sociedad; porque este año hemos visto la calidad de las personas y su capacidad de adaptación.

En Los Monegros pueden estar muy orgullosos de todas esas personas que ante el desconocido y peligroso virus se lanzaron a ayudar a los más vulnerables “en días de angustia, de incertidumbre, de miedo, porque nada ni nadie nos había preparado para lo que iba a ocurrir, gracias al esfuerzo realizado por el equipo de la Residencia Hogar de Sariñena con el apoyo de muchas otras personas , instituciones y autoridades, seguramente pudimos evitar que la covid se llevara otras más vidas y garantizar la atención. Y sin duda, las muestras de cariño y energía de las gentes de Sariñena nos han ayudado a sobrellevar los momentos más duros”, explica Pilar Guerrero, directora de la residencia sariñenense, que estuvo al frente de todo y de todos durante dos meses y doce días. “No me quería ir, no quería dejar solos a los abuelos y abuelas, era como si por permanecer yo aquí les estuviera protegiendo del virus, aunque pasé miedo, días sin dormir en los que se debía hacer todo ya mismo, sin pensar en el día siguiente porque hoy se debía hacer y el mañana no existía”, rememora.

La Unidad Militar de Emergencias (UME), desinfectando una de las residencias monegrinas.
La Unidad Militar de Emergencias (UME), desinfectando la residencia de Grañén.
S.E.

“El que no estaba dentro no se puede hacer una idea”

Para Alicia Morillo, directora de la Residencia Monegros de Grañén, también ha sido el año más duro de su vida. “El que no lo ha vivido desde dentro no se puede hacer una idea de lo que es”, manifiesta Morillo sobre estos meses. “Sin desconectar ni un segundo, intentando que el virus no entrara, y detrás de un brote, llegaba otro, hasta que entró en la residencia”, recuerda. Hasta octubre la Residencia Monegros había logrado mantenerse libre de casos gracias al esfuerzo y sacrificio de su plantilla, que llegó a confinarse todo un mes junto a los residentes durante la primera oleada de la pandemia. “Ya ha llegado la vacuna, ahora parece que vemos un poco de luz y nuestros mayores ya han salido a hacer sus primeros paseos por Grañén”, declara.

La solidaridad, también “extraordinaria” este año

Ayuntamientos, sanitarios, asociaciones y colectivos, junto a las responsables de las residencias y los abuelos y abuelas de Los Monegros, han sido los protagonistas de la incertidumbre, del dolor, de un intenso trabajo para superar este año, y todos ellos coinciden en que “la solidaridad que se ha manifestado por parte de todos es lo más extraordinario de estos meses”, destaca José Luis Ripoll, presidente de la Asamblea Comarcal de Cruz Roja que, junto a Pili Calvo o Ani Peralta, entre otros muchos, no cesaron su actividad de voluntariado en muchos meses.

La Unidad Militar de Emergencias (UME), desinfectando una de las residencias monegrinas.
Las personas que han estado en primera línea destacan la gran solidaridad mostrada por los vecinos.
S.E.

Para los voluntarios también han sido meses difíciles. “Hacer balance de estos meses de parón es un cúmulo de emociones. Tristeza e impotencia por la situación, y orgullo y satisfacción por poder colaborar con los nuestros”, explican Sandra Esteban y su hija Ingrid Lana. Con su empresa cerrada, repartían cada día productos de alimentación, medicamentos y cualquier necesidad que solicitaba el ayuntamiento de Sariñena. “Esperar la llamada de la concejal, Tere Mazuque, era nuestro aliciente diario. La dulzura y alegría con la que muchos vecinos nos esperaban, con los ojetes ‘chisposos’ de muchos y el ‘gracias’, ‘cuidaros’, ‘hasta la semana que viene’... son lo más grande que puede pasar”.

Estos valientes, que se quedan con lo más positivo de un año muy, muy amargo, han llevado a cabo una labor muy necesaria. “Con mi amiga Ingrid Lana, con la que he vivido experiencias emocionantes, cuando con nuestra música, puesta en el coche oficial de la Agrupación, sacábamos la sonrisa de los peques, la ilusión de los padres y el agradecimiento, con una mirada de las personas mayores, o la sensación de los cumples, las chicas de la residencia y las charradas de las ocho, son muchas las experiencias vividas”, concluye Enrique Martinez, coordinador de Protección Civil en Los Monegros.