En Ciudadanos están a la greña haciendo bueno el dicho popular que señala
que cuando no hay harina todo es mohína. Contra lo que parecía que iba
a ser un proceso tranquilo en la elección de Inés Arrimadas como sucesora
del dimitido Albert Rivera, ha levantado voz y bandería el doctor Francisco
Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León y uno de los contados dirigentes
regionales del partido con cierta proyección mediática. Tiene sus razones,
pero, visto desde fuera, no parece que sea el momento para dividir lo que ya está
en los huesos. La situación de pugna por los despojos puede acabar laminando
a Ciudadanos. Lo exacto sería hablar de lo que queda de este partido que hasta
hace poco ocupaba el tercer puesto en las preferencias políticas de los españoles
y todo parecía indicar que podía consolidarse como una organización
centrista y centrada en la idea capital de actuar como bisagra entre el PSOE y el
PP en función de los resultados electorales.
No hace tanto (2016), cuando PSOE y Cs estaban en la oposición, Albert Rivera,
líder entonces de la formación, firmó un pacto con Pedro Sánchez.
Entre otras cosas, aquel pacto cerraba el paso a las aspiraciones de los partidos
catalanes separatistas. Pero el acuerdo que pudo haberse reeditado tres años
después, cuando Cs tenía 56 diputados y el PSOE 123, naufragó. Sánchez,
un político sin otra ideología que la que facilita el poder, cambió
de compañeros de viaje y se asoció con los artífices de la moción
de censura. A partir de ahí todo se dislocó.
Conviene recordar de dónde venimos porque el actual estado de cosas no es sólo
fruto de la ambición y la falta de escrúpulos políticos de Pedro
Sánchez, que ayer echaba pestes de Pablo Iglesias y hoy le tiene a su lado
en el Consejo de Ministros. En lo que suceda a partir de ahora con la gobernación
de España, también tiene contraída alguna responsabilidad política
Ciudadanos. El colosal error de Rivera, al no intentar un segundo pacto con Sánchez
cuando se volvió loco pensando que si se repetían las elecciones podía
adelantar al PP haciéndose con el liderazgo de la derecha española, lo
vamos a pagar todos. Lo peor de todo esto es que parece que en Ciudadanos no han
aprendido la lección. Lo digo porque que en lugar de estar explorando ya un
acuerdo con Pablo Casado (PP) para reforzar la oposición al bloque gubernamental,
Inés Arrimadas y lo que queda de Ciudadanos en vez de cruzar el río se
entretienen patinando sobre el hielo. Si siguen así, de la irrelevancia pasarán
a la nada.
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